- Chapter 62 -

By Unknown - 19:25



Me apoyé en la pared. — ¿Estaría loca si no fuera con ninguno?
— No, yo estaría increíble e irrevocablemente cabreada. Eso sería motivo para una pelea de gatos, _____.
— Entonces creo que iré —le dije, metiendo la llave en la cerradura. Mi celular sonó y una imagen de Justin haciendo una mueca apareció en la pantalla— ¿Hola?
— ¿Estás tu casa, ya?
— Sí, él me dejó hace cinco minutos.
— Voy a estar allí en cinco más.
— ¡Espera! ¿Justin? —dije después de que él había colgado.
Carly se echó a reír. — Acabas de tener una decepcionante cita con Drake, y sonríes cuando Justin te llama. ¿Está realmente así de denso?
— Yo no sonreí —protesté— Viene para acá. ¿Te reunirás con él afuera y le dirás que me fui a la cama?
— Tú lo harás, y no yo... ve a decírselo tú misma.
— Sí, Carly, que salga yo misma a decirle que ya estoy en la cama funcionará muy bien. —Ella me dio la espalda, caminando a su habitación. Levanté las manos, dejándolas caer sobre mis muslos— ¡Carly! ¿Por favor?
— Que se diviertan, _____—sonrió y desapareció en su habitación.

Bajé las escaleras y vi a Justin en su motocicleta, estacionada en la escalinata. Llevaba una camiseta blanca con obras de arte negro, lo que destacaba los tatuajes en sus brazo.
— ¿No tienes frío? —Le pregunté, tirando de mi estrecha chaqueta.
— Te ves bien. ¿Tuviste un buen día?
— Uh... sí, gracias —dije, distraída— ¿Qué estás haciendo aquí?
Movió el acelerador y el motor rugió. — Iba a dar un paseo para despejarme la mente. Quiero que vengas conmigo.
— Hace frío, Justin.
— ¿Quieres que vaya a buscar el coche de Chris?
— Iremos a los bolos mañana. ¿No puedes esperar hasta entonces?
— Pasé de estar junto a ti cada segundo del día para verte durante diez minutos si tengo suerte.
Sonreí y negué con la cabeza. — Sólo han pasado dos días, Justin.
— Te echo de menos. Mueve tu trasero al asiento y vámonos. — No podía negarlo. Yo también lo echaba de menos. Más de lo que le admitiría. Me subí el cierre de la chaqueta y me subí detrás de él, deslizando mis dedos a través de las trabillas de su pantalón. Puso mis muñecas en su pecho y luego las cruzó. Una vez que se convenció de que lo sostenía con fuerza suficiente, quitó sus manos, y corrimos por la carretera. Apoyé la mejilla contra su espalda y cerré los ojos, respirando su olor. Me recordó a su apartamento, y sus cosas, y la forma en que olía cuando andaba con una toalla alrededor de su cintura. La ciudad pasaba borrosa por delante de nosotros, y no me importaba lo rápido que iba al volante, o el frío del viento que azotaba mi piel, no estaba prestando atención a donde estábamos. Lo único que podía pensar era en su cuerpo contra el mío. No teníamos ningún destino o tiempo, y anduvimos por las largas calles después de haber abandonado todo, excepto a nosotros.

Justin se detuvo en una gasolinera y se estacionó. — ¿Quieres algo? —Preguntó. Negué con la cabeza, bajándome de la motocicleta para estirar las piernas. Él me miró cuando rastrillaba mi cabello con mis dedos, y sonrió.— Déjalo. Estás jodidamente hermosa.
— Sólo si me pones en un video de principio de los ochenta. —dije. Se echó a reír, y luego bostezó, espantando a las polillas que zumbaban a su alrededor. El inyector hizo clic, sonando más fuerte de lo que debería en una noche tranquila. Parecía que éramos las únicas dos personas en la tierra. Saqué mi teléfono móvil para comprobar la hora. — Oh, Dios mío, Justin. Son las tres de la mañana.
— ¿Quieres que volvamos? —Preguntó, con el rostro ensombrecido por la decepción.
Yo apreté los labios. — Será lo mejor.
— ¿Todavía iremos esta noche a los bolos?
— Te dije que lo haría.
— Y todavía irás a la Sig Tau conmigo en un par de semanas, ¿verdad?
— ¿Estás insinuando que yo no sigo mi palabra? Me parece un poco insultante.
Sacó la boquilla del tanque y la conectó en su base. — Simplemente ya no sé lo que vas a hacer.
Se sentó en su motocicleta y me ayudó a subir detrás de él. Puse en mis dedos en los bucles de su cinturón y luego lo pensé mejor, envolviendo mis brazos alrededor de él. El suspiró y se irguió en el asiento, reacio a arrancar el motor. Sus nudillos se volvieron blancos mientras sostenía las manillas. Tomó aire, como para empezar a hablar, y luego negó con la cabeza.— Eres importante para mí, ya sabes. —dije, apretándome a él.
— No te entiendo, Pigeon. Pensé que conocía a las mujeres, pero eres tan jodidamente confusa que ya no sé a qué te refieres.
— Yo no te entiendo, tampoco. Se supone que debes ser el hombre mujeriego del Eastern. No estoy recibiendo la experiencia completa de primer año que prometieron en el folleto. —me burlé.
— Bueno, eso es lo primero. Nunca había tenido que dormir con una chica para que ella quisiera que la dejara en paz —dijo, manteniendo su espalda hacia mí.
— Eso no es lo que fue, Justin. —mentí, avergonzada de que él hubiese adivinado mis intenciones sin darse cuenta de cuánta razón tenía. Él negó con la cabeza y encendió el motor, volviendo a la calle. Condujo inusualmente lento, deteniéndose en todas las luces amarillas, tomando el camino largo al campus.

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