- Chapter 37 -

By Unknown - 22:03



Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Justin estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba siendo terca. Salí a la sala y Justin sonrió, no era la reacción que estaba esperando. — Estás… hermosa.
— Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.
Christian silbó. —Buena elección, ____. A los chicos les gusta el rojo.
— Y los rizos son magníficos. —añadió Carolyn. El timbre sonó y Carolyn sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!

Abrí la puerta. Drake sostenía un pequeño ramo de flores, él llevaba pantalones de vestir y corbata. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.
— Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente. Miré hacia atrás para despedirme de Carolyn, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Christian tenía la expresión de un padre orgulloso y Justin mantuvo los ojos en la televisión. Drake me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire. — ¿Qué? —Le pregunté.
— Tengo que admitirlo, estaba un poco nervioso por recoger a la mujer con la cual Justin Bieber está enamorado… de su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loco el día de hoy.
— Justin no está enamorado de mí. Él muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.
— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanos que te llevaría cenar esta noche, todos dijeron la misma cosa. Él ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todos han llegado a la misma conclusión.
— Están equivocados. —insistí. Drake meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Él apoyó su mano sobre la mía. — Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.
— ¿Dónde?
— En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana.
Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.
— Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.
— Me gusta la comida italiana. —sonreí. Drake condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.
— ¿Qué? —Preguntó.
— Es sólo que eres… un conductor muy prudente. Es algo bueno.
— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Justin? —Él sonrió.
Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. — No hablemos de Justin esta noche. ¿De acuerdo?
— Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.

Estábamos sentados inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste. Pedimos y Drake cerró el menú sonriéndole al camarero. — Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.
— Por supuesto, señor. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.
— Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.
Sus ojos se suavizaron. — Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.
Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos azules se dirigieron a mí. Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Drake?
— Madre, ésta es ____ Middleton. ____ ella es mi madre, Vivienne Harris.
Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Drake. — ¿Middleton?
Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre. La expresión de Drake se volvió impaciente. — Ella es de Wichita, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern.
— ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo— Drake estará asistiendo a Harvard el próximo año.
— Eso es lo que él dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.
La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia. — Lo estamos. Gracias.

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