- Chapter 45 -

By Unknown - 17:47


Justin tropezó en la vuelta de la esquina, pareciendo un poco enfermo. — Ustedes son jodidamente ruidosos —gimió, abotonándose sus vaqueros.
— Lo siento —le dije, tirando de mi mano del agarre de Carolyn. Nuestro casi-momento se deslizó en mi mente y parecía que no podía verlo a los ojos. 
Se tomó el resto de mi jugo de naranja y luego se secó su boca. — ¿Quién diablos me dejó beber tanto ayer por la noche?
Carolyn se burló. — Tú lo hiciste. Te fuiste a comprar un quinto después de que ____ se fuese con Drake y arruinaste todo el asunto cuando ella regresó.
— Maldita sea —dijo, sacudiendo la cabeza— ¿Te divertiste? —Preguntó, mirándome.
— ¿Hablas en serio? —Pregunté, mostrando mi ira antes de pensarlo.
— ¿Qué?
Carolyn se echó a reír. — La sacaste del coche de Drake, viendo todo rojo cuando los sorprendiste acaramelados como estudiantes de secundaria. ¡Empañaron las ventanas y todo!
Los ojos de Justin se desenfocaron, buscando los recuerdos de la noche anterior en su mente. Traté de sofocar mi temperamento. Si él no recordaba sacándome del coche, entonces no recordaría que estuve a punto de entregarle mi virginidad en una bandeja de plata— ¿Qué tan cabreada estás? —preguntó, haciendo una mueca.
— Bastante. —Estaba furiosa de que mis sentimientos no tenían nada que ver con Drake. Apreté la bata y pisoteé por el pasillo.

Los pasos de Justin estaban detrás de mí. — Pidge —dijo, capturando la puerta cuando la cerré en su cara. Poco a poco la abrió y se puso delante de mí, esperando para sufrir ante mi ira.
— ¿No recuerdas nada de lo que me dijiste la noche anterior? —Le pregunté.
— No. ¿Por qué? ¿Fui grosero contigo? —Sus ojos inyectados de sangre estaban cargados de preocupación, lo que sólo sirvió para amplificar mi ira.
— ¡No, no fuiste grosero conmigo! Tú… nosotros… —Cubrí mis ojos con mis manos y luego me congelé cuando sentí la mano de Justin en mi muñeca.
— ¿De dónde salió esto? —dijo, mirando la pulsera.
— Es mía. —le dije, alejándome de él.
Él no quitaba los ojos de encima de mi muñeca. — Nunca la había visto antes. Parece nueva.
— Lo es.
— ¿De dónde la has sacado?
— Drake me la dio hace unos quince minutos —le dije, mirando su expresión pasar de la confusión a la ira.
— ¿Qué diablos estaba haciendo ese imbécil aquí? ¿Pasó la noche aquí? —Preguntó, levantando la voz con cada pregunta.
Me crucé de brazos. — Él fue de compras en busca de mi regalo de cumpleaños esta mañana y lo trajo.
— No es tu cumpleaños, todavía. —Su rostro se volvió en un intenso color rojo mientras intentaba mantener su temperamento bajo control.
— No podía esperar. —dije, levantando la barbilla con orgullo.
— No es de extrañar que tuve que arrastrar tu trasero de su coche, parece que tú… —Se detuvo, presionando sus labios.
Entrecerré los ojos. — ¿Qué? Parece como si estuviera, ¿Qué?
Su mandíbula se tensó y tomó una respiración profunda, soplando a través de su nariz. — Nada. Estoy cabreado e iba a decir algo que no quería decir.
— Nunca te has detenido antes.
— Lo sé. Estoy trabajando en ello —dijo caminando hacia la puerta— Dejaré que te vistas.
Cuando tomó el pomo, se detuvo, frotándose el brazo. Tan pronto como sus dedos tocaron el morete purpura que se acumulaba bajo su piel, levantó su codo y vio la contusión. Él la miró por un momento y luego se volvió hacia mí. — Me caí en las escaleras la noche anterior. Y tú me ayudaste a llegar a la cama… —dijo, analizando las imágenes borrosas en su mente. Mi corazón latía con fuerza y tragué saliva cuando noté que lo había recordado. Sus ojos se estrecharon. — Nosotros —comenzó, dando un paso hacia mí, mirando el armario y luego a la cama.
— No, no lo hicimos. No pasó nada —dije, sacudiendo la cabeza.
Se encogió, la memoria, obviamente, repitiéndose en su mente. — Empañaron las ventanas de Drake, te saqué del coche y después traté de… —dijo, sacudiendo la cabeza. Se dio la vuelta hacia la puerta y cogió el pomo, sus nudillos blancos— Estás volviéndome en un jodido psicópata, Pigeon —gruñó sobre su hombro— No puedo pensar bien cuando estoy cerca de ti.
— ¿Así que es mi culpa?
Se dio la vuelta. Sus ojos se posaron en de mi rostro a mi bata, a mis piernas y luego a los pies, después volviendo a mis ojos. — No sé. Mi memoria es un poco confusa… pero no recuerdo que dijeras que no.
Di un paso adelante, dispuesta a discutir ese hecho irreverente, pero no pude. Él estaba en lo cierto. — ¿Qué quieres que diga, Justin?
Miró la pulsera y luego a mí con ojos acusadores. — ¿Estabas esperando que no lo recordara?
— ¡No! ¡Estaba furiosa porque se te olvidó!
Sus ojos marrones se clavaron en los míos. — ¿Por qué?
— Porque si yo… si nosotros… ¡No sé por qué! ¡Sólo lo estaba!
Él atravesó por la habitación, deteniéndose a centímetros de mí. Sus manos tocaron cada lado de mi rostro.
— ¿Qué estamos haciendo, Pidge?
Mis ojos comenzaron en su cinturón y luego se deslizaron sobre los músculos y tatuaje de su estómago, reposando, finalmente, en el cálido color miel de sus ojos. — Tú dímelo.

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios