- Chapter 4 -

By Unknown - 17:16



—Él quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Christian. Ella asintió y él negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, ____. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con él, no llegues a tomártelo en contra Carly y yo, ¿De acuerdo?
Sonreí. —No voy a caer en su juego, Chris. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti?
—Ella no caerá en su juego —le aseguró Carolyn, tocando su brazo.
—Este no es mi primer rodeo, Carly. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque él duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, ____, —me miró— no le digas a Carly que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Justin. Considérate advertida.
—Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Justin.

Carolyn me saludó con su mano, yéndose con Christian mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían—o creían saber—acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno, ____ Ross. 

Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Justin se sentó en el escritorio siguiente.
—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.
Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase.
—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.
—No tomaré notas por ti —le dije, encendiendo mi computadora.
Justin se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?
Suspiré y sacudí la cabeza.
—Entonces, ¿Cuál es tu problema?
Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencido ahora mismo.
Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?
—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—No estoy impresionada por tus tatuajes, o tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?
—Está bien, Pigeon. —Él era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con Carly esta noche?
Reí ante su petición, pero él se acercó más. —No estoy tratando de bolsearte. Sólo quiero pasar el rato.
— ¿Bolsearme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?
Justin se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.
—Voy a pensarlo. 
El Profesor Chaney entró y Justin se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro, haciendo el hoyuelo en su mejilla notorio. Entre más reía, más quería odiarlo, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarlo.
— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Chaney.
—Asegúrate de escribir eso —susurró Justin—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.
—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Chaney.
Justin sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, él alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarlo, pero su proximidad y sus abultados músculos de su brazo lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Chaney terminó la clase.

Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Justin Bieber estaba a mi lado.
— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol. 

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