ULTRAMARATÓN { Capítulo 43} {2/14}

By Unknown - 12:31



—¿No puedes sólo dejar que te sorprenda sin ser curiosa? —Sus ojos
imploraban de una manera muy dulce.
—Bien. —Puse mi teléfono de regreso en mi bolso y me apoyé en el
asiento.
—Te está matando, ¿no? —dijo después de unos dos minutos.
—No.
—Mentirosa.
—Secuestrador.
Era una especie de diversión conducir a través de las diferentes
ciudades, preguntándose en cuál iba a parar. Pasamos por Belfast y luego
Lincolnville, pasando más allá de la playa. Yo había pensado en eso como
una posibilidad, pero no lo fue.
—Camden. Apuesto a que es Camden —dije mientras pasábamos la
señal de “Ahora está saliendo de Lincolnville”.
—Tal vez lo es y quizá lo sea.
—¡Ja! Está bien, ¿así que en Camden hay...? —Me devanaba los
sesos tratando de recordar. Reuní las pistas que ya tenía mientras
pasábamos posadas, hoteles y hosterías. Camden tenía alrededor de un
millón. Era una ciudad costera, pero de la variedad engreída, con un
montón de grandes veleros y tiendas de lujo y tal.
Princesa, zapatos cómodos, una sudadera...
—No vamos a ir de excursión, ¿no? —Había dos montañas en
Camden, el monte Battie y el Megunticook. Había ido de excursión a los
dos varias veces con Tawny cuando habíamos sido más jóvenes y también
en los viajes escolares.
—No tenemos suficiente tiempo y no lo planeé con suficiente
antelación para eso, pero pensé que podríamos ir por la ruta y almorzar.
—¿Y qué pasa con la parte de princesa?
—Esto —dijo, poniendo la luz de cruce. Miré para ver a dónde
estaba girando.
—¿Norumbega?
—El único castillo en Maine.
Mi boca cayó abierta. Cuando era pequeña y habíamos conducido
cruzando Camden, le había rogado a mi madre que parara allí, pero
siempre estábamos en nuestro camino a algún lugar más. El Norumbega
::
parecía el lugar más mágico para mis jóvenes ojos. Ahora parecía
mágico, muy mágico.
Justin se detuvo frente al edificio, y nos sentamos y lo miramos. Sin
duda parecía un castillo, construido en piedra, algunas pintadas de color
verde oscuro, que le daban un aire casi gótico. Había incluso una torreta
en un lado.
—Vamos, princesa —dijo, saliendo del coche. Lo seguí antes de que
pudiera abrir la puerta.
—¿Qué?
—Vamos a entrar.
Puse mi mano sobre su brazo para detenerlo. —No podemos.
—¿Por qué no?
—No van a dejarnos sólo pasear por los alrededores.
—Quítate tu anillo.
—¿Qué?
Agarró mi mano derecha y deslizó fuera mi anillo, luego tomó mi
mano izquierda y lo puso en mi dedo anular.
—Ya está. Ahora podemos decir que estamos viendo lugares para
casarnos. Estarán ofreciéndose a sí mismos para mostrarnos los alrededores.
Tomó mi mano y me arrastró por las escaleras hasta la puerta
principal. No se molestó en llamar, sólo entró. Me quedé sin aliento. Vaya.
Me sentía tan fuera de lugar aquí, como lo hacía en la casa del tío de
Justin. Apenas había llegado a ver los suelos de madera color caramelo y
los paneles de madera a juego en las paredes antes de que una mujer,
con un traje elegante, nos viera.
—¿Les puedo ayudar?
—Sí, mi novia y yo vamos a casarnos en primavera y estamos
mirando posibles ubicaciones. Pasábamos para una caminata hasta el
Monte Battie y vimos este lugar y no pudimos resistirnos a entrar. ¿Verdad,
nena?
Llevó nuestras manos enlazadas a su boca y besó la parte superior
de mi mano antes de guiñar un ojo. Santo cielo.
—Oh, maravilloso. Felicidades. ¿Cuándo es el gran día? —Nos sonrió.
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —solté. Justin
me miró. Sólo acababa de inventármelo.
::
—Qué bonito. Bueno, tenemos mucho que ofrecer cuando se trata
de bodas, si me siguen —dijo, guiándonos hacia la izquierda hasta un
enorme escritorio. No podía dejar de mirar los techos de madera
adornados con celosías y los espejos dorados. Algunas de las paredes
estaban cubiertas de papel verde oscuro. Le daba un acogedor ambiente
de estudio de antaño al lugar.
—Soy Susan, por cierto. Es un placer conocerlos.
—Justin —dijo, sacudiendo su mano—. Ella es Missy.
—Missy. ¿Es la abreviatura de Marissa?
—Sí —dije lanzándole a él una mirada cuando ella se dio la vuelta
para agarrar un folleto.
—Esto tiene todas nuestras opciones y listas de todos nuestros
proveedores. Si quieren el paquete completo, podemos proveerles de
todo. Comida, bebidas, sillas, obras. ¿Les gustaría echar un vistazo a
algunas de las habitaciones? ¿En qué tamaño están pensando para la
boda?
—Pequeño. Definitivamente —dije, adelantándome a Justin.
Ninguno de nosotros tenía una gran familia. Ya se sabe, si fuéramos a
casarnos, lo cual no íbamos a hacer, porque esto sólo era para aparentar.
—¿Menos de veinticinco personas?
—Probablemente. No nos hemos sentado y contado todavía —dijo
Justin—. Pero será, ¿qué?, tus padres, Tawny, mi familia, eso son ocho, y
luego Darah, Renee, Paul, Megan y Jake, y a continuación Dev y Sean. Y
unos pocos primos, ¿verdad? —Fue como si de verdad hubiera pensado
en eso.
—Así es —dije con una sonrisa más dulce que una dulce sonrisa.
—Está bien, bueno, eso sería perfecto. No creo que pudiéramos
acomodar a todo el mundo, pero definitivamente sí a las partes de la
novia y el novio. Vamos arriba a ver algunas de las habitaciones y luego
podemos salir a los jardines.
—Suena bien —dije con otra dolorosa sonrisa mostrando mis dientes.
—Buen trabajo, chica Missy —dijo Justin mientras subíamos la
escalera de caracol hasta el resto de la posada.
—Muérdeme, Sr. Bieber.
::
—En cualquier momento, Sra. Bieber. —Casi me tropecé con el
siguiente escalón. Oírle llamarme así me provocó una extraña sensación
que se apoderaba de mí y que no era del todo desagradable.
Susan nos enseñó unas pocas habitaciones que no estaban
ocupadas. Todas estaban pintorescamente amuebladas y tenían vistas
geniales. Mi favorita era la biblioteca. Di un grito ahogado cuando
bajamos por un conjunto de estrechas escaleras blancas y entramos en
una habitación amueblada en verde oscuro con detalles rojos. Era un
poco como si una fresa se hubiese vuelto loca, pero con LIBROS. Había
incluso un balcón con más filas de estantes. Casi me lo perdí.
—Oye, vas a exprimir la sangre de mi mano —susurró Justin, bajé la
mirada y vi que apretaba su mano por la emoción. Tal vez un poco
demasiado fuerte.
—Puedes aguantarlo. ¿No ves los libros?
—¿Quieres hacer tu recorrido conmigo ahora mismo?
¿Rodeada por toda esta literatura? Oh infiernos, sí. Maldita Susan.
Ella aún parloteaba, pero no estaba escuchándola. Demasiado bonitos
libros llamándome por mi nombre.
—¿Por qué crees que Bella escogió a Bestia? Fue por la biblioteca.
—Adivino que soy la Bestia en esta situación.
—A menos que quieras ser Bella.
—No, todo tuyo. —Me atrajo hacia él y me dio un beso en la frente.
Me pareció oír suspirar a Susan.
—¿Les gustaría ver los jardines?
—Claro —dije, dándole una última y anhelante mirada a la
biblioteca.
—Espera —dijo Justin, sacando su teléfono—. ¿Podrías hacernos
una foto?
—Por supuesto —dijo Susan tomando el teléfono.
Justin me acercó y puso su brazo alrededor de mí.
—Sonríe, nena. —Lo hice, y Susan nos hizo unas cuantas fotos.
—Perfecto —dijo ella. Justin me sonrió, y quise abofetearle la cara y
besarle al mismo tiempo.
Susan nos llevó a la parte trasera de la posada, la cual tenía una
enorme extensión de césped en pendiente.
::
—Ahora podemos poner carpas, o algunas parejas prefieren el
mirador.
—¿Qué te parece, amor? ¿Mirador o carpa? —dije.
—Lo que sea que tu pequeño corazón desee, mi amor. —Estaba
siendo sarcástico. Tenía la esperanza de que Susan no pudiera oír su
sarcasmo. Pareció no darse cuenta.
—Me gusta el mirador. Siempre me he imaginado casándome en un
mirador. —Ahora era yo la que estaba siendo sarcástica.
Susan nos hizo el resto de la visita, apenas parando su torrente de
palabras para respirar. Justin y yo tuvimos una pequeña batalla, conmigo
dándole codazos y él intentando devolvérmelos. Susan permanecía ajena.
Hicimos algunas fotos más de la posada y Justin hizo que Susan nos
tomara alguna más a nosotros.
—Juro por dios que si subes estas fotos a internet te estrangularé
mientras duermes —susurré mientras ella nos hacía otra foto en el mirador.
—Tomo nota —susurró de vuelta.
Susan nos dio un montón de folletos más sobre todo tipo de cosas y
bobadas acerca del catering. Estaba agotada en el momento en el que
salimos.
Me di la vuelta y lo miré una vez más.
—¿Te gusta tu castillo, princesa?
Me encogí de hombros. —Está bien.
Entrecerró los ojos. —Lo siento si no está a la altura de tus exigencias.
¿Quieres que llame a mi jet privado y te lleve a Inglaterra a ver uno de
verdad?
—Bueno, si insistes.
—Eres una chica exigente, Missy. No vas a querer cisnes para nuestra
boda, ¿verdad?
—Sólo unas pocas docenas. Y palomas. Debemos liberar palomas.
—Oh, las palomas son un hecho. Es por eso que no las mencioné. —
Se dio la vuelta en el camino y cambió de dirección en la entrada circular
de coches.
—El interior es realmente genial. Gracias por traerme aquí.
—En cualquier momento, princesa.
::
Fuimos al centro de la ciudad, a The Camden Deli para conseguir
unos sándwiches y luego nos dirigimos a la parte superior de la montaña.
Afortunadamente, como estábamos a mitad de semana, no había mucha
gente allí arriba. Los turistas ya se habían marchado en su mayoría, pero los
mirones de hojas:: ya estaban en plena fuerza, y allí estaban siempre los
observadores de pájaros con los que lidiar. Siempre puedes detectarlos
porque tienen prismáticos enormes.
Encontramos un lugar medio plano y nos sentamos para mirar los
barcos entrar y salir del pequeño puerto y la bulliciosa ciudad. Justin
encontró una vieja manta en su coche y la extendimos en el suelo. Por
supuesto él había traído su guitarra.
—Uno nunca sabe cuándo la puede necesitar. ¿Qué pasa si nos
roban y nos quedamos sin gasolina? Entonces tendría mi guitarra y podría
tocar, así la gente se apiadaría de nosotros y nos daría dinero para
gasolina. Así que en realidad ésta guitarra podría salvar nuestras vidas.
—Nunca insultes a la guitarra de Justin. Anotado —dije, dándome
una palmadita en la cabeza—. No tienes que hacerte vegetariano por mí.
No me importa si comes carne, siempre y cuando no la empujes contra mi
cara o por mi garganta.
—Me gusta el hummus::; no sé de qué estás hablando.
—¿Desde cuándo?
Hizo rodar sus ojos. —Desde que me hiciste comerlo hace tres
semanas.
—Exactamente.
—Eres tan adorable cuando eres presumida.
—Cállate.
—Missy no se toma bien los cumplidos. Tomo nota.
Terminamos y luego tomamos galletas con doble de chispas de
chocolate de postre.
—¿Quieres subir a la torre?
—Por supuesto.
Mirones de hojas: en original, leaf peepers, término informal, comúnmente utilizado en
los EEUU, para referirse a las personas que viajan para ver y fotografiar el follaje caído en
las áreas en las que éste cambia de color


:: Hummus: Ensalada o plato hecho a base de puré de garbanzos, con zumo de limón,
pasta de semillas de sésamo y aceite de oliva, muy popular a lo largo y ancho de Oriente
Medio.::


El detalle más destacable en la cima de la montaña era una torre de
piedra con una escalera de caracol por la que se podía subir hasta la
parte superior. Yo no era muy de subir escaleras a través de las cuales
podía ver, pero no iba a decirle eso a Justin. Fui primero y de algún modo
llegué arriba sin enloquecer.
—¿Puedo decirte algo? —dijo Justin cuando nos encontrábamos en
la cima. Asentí.
—Tu culo parece increíble desde éste ángulo.
—Te lo juro, te tiraré de esta torre.
—No lo harás —dijo con una sonrisa mientras me levantaba y me
colocaba en el borde del muro que rodeaba la torre. Tenía pequeñas
almenas y encajé perfectamente entre ellas.
—No te muevas aún, quiero hacerte una foto. Sonríe, nena. —
Todavía me llamaba nena, incluso aunque Susan no estaba en ningún
lugar.
Lo hice, lo cual era fácil de hacer con él mirándome como si fuera el
mejor regalo de navidad que nunca hubiese tenido.
—Preciosa. Muy bien, vamos a bajar. —A regañadientes dejé que
me ayudara a bajar—. Vamos a hacer una más. Gran sonrisa. —Sujetó la
cámara con una mano y pegó su cara a la mía—. Uno, dos… —Antes de
llegar al tres movió la cabeza y me besó en la mejilla. Levanté mi cara con
sorpresa.
—Oye, nada de emboscadas de besos. —Le golpeé el pecho con
poco entusiasmo. Capturó mi mano y me besó la palma.
—¿Incluso si te gusta?
Sacudí la cabeza. —No.
Oímos voces en las escaleras y un momento después se nos unió una
madre, un padre, dos niños y una pareja que probablemente eran los
abuelos. La parte superior de la torre no era demasiado ancha, así que
estábamos bastante aplastados.
—Lo siento, no hay demasiado espacio aquí arriba —dijo la madre
mientras uno de los niños le suplicaba a su padre que le levantara para
que pudiera ver por encima del muro.
—No pasa nada, creo que vamos a bajar pronto —dije.
—Oh, ¿te importaría hacernos una foto? —dijo la mujer, intentando
coger a su hijo para que no se tirara por las escaleras.
::
—Claro —dije, cogiendo la cámara. Se colocaron y tuve que andar
hacia atrás casi hasta el otro extremo de la torre y ampliar todo el camino
para conseguir que todos entraran.
—Digan ¡Monte Battie! —repicaron todos.
—Muchas gracias —dijo la mujer y le mostré su foto en la cámara.
—Oh dios mío, que hermoso anillo. ¿Cuándo te casas?
—El veintiuno de marzo, el primer día de primavera —dijo Justin,
rodeándome con su brazo.
—Bueno, felicidades.
—Gracias —dije, intentando clavar mi tacón en el pie de Justin. Me
esquivó y dijimos adiós a la familia y empezamos a bajar las escaleras.
—Ve tú primero.
—¡Qué aguafiestas! —dijo, pero lo hizo primero.
Casi extendí la mano para aferrarme a su camisa mientras
bajábamos, pero me resistí y antes de que nos diéramos cuenta,
estábamos abajo de nuevo. ¡Uf!
—¿Quieres caminar un poco? —No soltó mi mano y paseamos un
poco alrededor de la carretera, haciendo una curva y volviendo de
nuevo.
—Me encantaría venir aquí por la noche para ver el aspecto que
tiene la ciudad toda iluminada. Cierran las puertas, así que tendría que
subir con linternas. Aun así valdría la pena.
Asentí, bajando la mirada hasta nuestras manos entrelazadas.
—Entonces, ¿así es cómo verías tu boda? ¿Con cisnes y todo eso? —
dijo.
—En realidad nunca imaginé una boda.
—Pensé que era algo que hacían todas las niñas.
—Bueno, como tú dijiste, no soy una chica normal.
—Sabes que no quise decir eso.
—¿Qué quisiste decir?
—Quise decir que tú no eres sólo otra chica más. Tú eres tú.
—Profundo.
::
—Vamos. No seas así. Todas las otras chicas que he conocido
habrían estado emocionadas y se lo habrían mostrado a cualquiera
quisieran verlo o no. Algunas habrían pensado que se trataba de una
proposición. Pero tú no lo hiciste. Estabas enfadada por el dinero que me
había gastado en ti.
—Aún estoy enfadada por eso, ¿pero qué puedo hacer?
—Exactamente.
—¿Qué?
—Tú sólo eres diferente. Me gusta eso.
—Lo que sea.
Seguimos andando en silencio.
—Me gusta que seas amable con la gente —dije.
—¿Qué?
Hablé un poco entre dientes. —Eres agradable con la gente cuando
no tienes que serlo. Como aquellas chicas borrachas y Susan. Actúas como
si fueras un gran tipo duro, pero no lo eres realmente.
—¿Estás diciéndome que no soy un tipo duro? Entonces todos estos
tatuajes eran para nada. ¿Qué voy a hacer? —Sacudió el puño hacia el
cielo.
—Vaya, ¿he insultado tu actitud de tipo duro?
—Estoy herido —dijo, agarrándose el corazón—. Debes calmar mis
heridas.
—¿Cómo?
—Dame un poco de azúcar —dijo, deteniéndose y señalando sus
labios fruncidos.
—De ninguna manera, hombre. —Traté de echar a andar, pero no
me dejó.
—Vamos. Dale un beso a tu novio.
—Esa era tu estúpida idea.
—Con todo, bésame, por favor. —Si sólo no hubiera dicho por favor.
—Bien —dije, aunque apreté los dientes. No era que yo no quisiera.
Era que sabía que si nuestros labios se encontraban, no tendría control
sobre lo que sucediera después. Era como si tuviera un exceso de tensión
::
sexual acumulada después de tantos años de celibato. ¿Podría suceder
eso?
Apreté los labios, así no había ninguna esperanza de lengua, y le di
un pequeño beso.
Sacudió la cabeza. —No. Aún duele. Tienes que hacerlo mejor que
eso. —Lo intenté otra vez, dándole uno un poquito más largo, pero todavía
apartándome tan pronto en cuanto quise más.
—¿Quién eres, mi abuela?
Estaba a punto de pisarle el pie y decirle que era suficiente cuando
sonó mi teléfono.
—Olvídalo —dijo inclinándose.
—Es el tono de llamada de mi madre. —Era “Hip To My Heart” de The
Band Perry. Le encantaba esa canción—. Tengo que cogerlo. —No había
hablado con mi madre en un tiempo y me sentía horrible por eso.
—Hola, mamá.
—¡Hola, Kid! Siento como si hiciera años desde que hablamos. Salí
del trabajo temprano, así que pensé en hacerte una llamada. ¿No estás en
clase?

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios