{Capítulo 57}

By Unknown - 17:17



—¿No hay de qué?
—No tuve ninguna pesadilla.
—No, no la tuviste. Tampoco yo.
—No has tenido una en un tiempo.
—Es porque tengo mi amuleto de la suerte conmigo todo el tiempo.
—Bajé la mirada al colgante que me había dado el día anterior. Estaba
todo retorcido en mi cabello. Luego me di cuenta de la camiseta que
estaba usando. Era una de las de él, lo cual sabía anoche, pero tenía una
leyenda en ella.
—¿De verdad esta camiseta dice “Todo Es Más Grande En Texas”?
—Sí, sí lo dice. —Sacudí mi cabeza mientras me dirigía a la cafetera.
De alguna manera conseguí pasar una ronda de exámenes
semestrales adelantados, incluso con Justin distrayéndome y todo el
drama de la audiencia de libertad condicional.
Tawny y yo tuvimos charlas nocturnas, leyendo lo que preparábamos
para decirnos la una a la otra y cambiando y modificando. Tuve que sacar
un montón de palabrotas del mío. Justin estaba de mi lado en dejarlas. O
reemplazando cada maldición con fantástico.
Justin estuvo allí para mí cada paso del camino, pero había estado
actuando extraño. Seguía atrapándolo en el teléfono, y él rápidamente
colgaba cuando yo entraba en la habitación. También lo sorprendí varias
veces teniendo reuniones con las compañeras de cuarto y sus hombres.
Incluso lo atrapé teniendo una pequeña charla con Megan cuando la
había invitado para una noche de spa para chicas en la que pasamos
más tiempo en internet mirando cosas de boda y muebles baratos de
departamento haciéndonos las uñas o baños de crema acondicionada
para el cabello.
Luego estaban las veces que decía que hacía horas extras en la
biblioteca, pero sabía por hecho que no estaba allí. Me había hecho
amiga de una de las otras trabajadoras, Ashley, y cuando él decía que
estaba allí, le mandaba un mensaje a ella y me lo confirmaba o negaba
ya que trabajaba muchas horas. Jamás se encontraba allí cuando decía
que lo estaba.
Algo planeaba, y estaba determinada a descubrir qué era.
Naturalmente, fingía no darme cuenta de nada e intentaba escuchar a
escondidas tanto como podía. Él parecía no darse cuenta, porque yo no
tenía nada.
::
No era la mejor del espionaje, de todas formas. Me di cuenta de que
después de la audiencia tendría un montón de posibilidades. No pensaba
sobre lo que iba a pasar si él conseguía libertad condicional. No era una
opción.
—¿No todos en Texas tienen un arma? —le pregunté a Justin la
noche antes de la audiencia. Me había convertido en Nerviosa _____. No
podía sentarme derecha, así que había agarrado su silla giratoria de
escritorio y había comenzado a dar vueltas en círculos.
—La mayoría. ¿Por qué?
—Iba a pedirle a Tawny que me consiguiera lecciones de disparo
para Navidad este año.
—Te las habría conseguido yo si lo hubiera sabido —dijo, levantando
la mirada de su libro de economía.
—Está bien. Sólo pensé que sería una buena idea. Ya sabes, por si
acaso.
—Tienes spray de pimienta y ese silbato. Puedo ordenarte un Taser ::
por internet ahora mismo.
—No, no. Estoy bien.
—No lo estás, pero está bien. ¿Crees que podrías comer un poco?
Habíamos cenado pasta, pero no había podido tragar nada de ello.
Sacudí la cabeza.
—Tal vez mañana. De alguna manera desearía poder embriagarme
ahora mismo así no tendría que pensar en ello.
—Entonces no pienses en ello.
—Es fácil para ti decirlo. —Había comenzado a espetarle cada vez
más rápido, pero no parecía importarle.
—Podría ayudarte a olvidar. —Había una sonrisa arrogante.
—No me estoy sintiendo muy sexy ahora mismo.
Se levantó de la cama y puso sus manos en la silla para detenerla de
girar.
—Siempre eres sexy. Y fantástica.
—No me siento fantástica tampoco. ¿Cómo voy a hacer esto?
::
Arma de electrochoque.
::
—Lo harás. Tan fácil como eso. —Me dio un beso rápido.
—Desearía que pudieras estar allí conmigo.
—Si me hubieras dejado llevarte al tribunal de la ciudad, podríamos
haber estado casados en este momento.
Cuando Justin había escuchado que sólo la familia directa podía
estar en el juzgado, inmediatamente había preguntado si quería saltar al
tribunal y conseguir una licencia de matrimonio. Yo había pensado que
había perdido la cabeza, o que bromeaba.
—No estabas siendo serio acerca de eso.
—Tal vez sí.
—No nos vamos a casar. Mi mamá tendría un infarto.
—Hope probablemente lo tendría, también. Sabes que ya está
planeando nuestra boda, ¿verdad?
—¡¿Qué?!
—Es esto que hace. Le gusta planear. Casi tanto como la Navidad y
las tartas.
—¿Y qué tal una boda en Navidad con tarta como pastel de
bodas?
—Eso le volaría la cabeza.
—Justin.
—¿Sí, nena?
—No puedo hacer esto.
—Sí, puedes. Sólo cuenta hasta cinco.
—¿Como haces tú cuando te pones nervioso?
—Así de simple. Es una técnica que me enseñó mi terapeuta.
—¿Cómo es que conseguiste todos los buenos? —dije.
Se encogió de hombros. —¿Quién necesita terapia cuando me
tienes a mí? —Eso me hizo sonreír, y tiró de mí a sus brazos, tarareando y
meciéndonos adelante y atrás—. ¿Estás lista para la cama?
—Hombre, son sólo las :: —dije.
—Lo sé, pero necesitas dormir.
—No tengo sueño.
::
—Quítate la camiseta.
—Uh, no. No creo que eso vaya a ayudar.
—No quiero divertirme contigo. Sólo voy a darte un masaje.
Bueno, eso sonaba genial. Ciertamente tenía manos talentosas.
Pensar en ellas frotándome la espalda desnuda me puso la piel de gallina.
Me dejé caer sobre mi estómago y me saqué la camiseta por la
cabeza. Agarró mi loción favorita de canela (porque olía a él) y me dio un
masaje alucinante. Mi cuerpo se convirtió en masilla en sus manos, e hice
algunos sonidos que normalmente sólo hacía cuando estábamos
haciendo otro tipo de cosas íntimas.
—¿Por qué eres bueno en todo? —murmuré.
—No todo. Soy terrible en los crucigramas. Y jamás he sido capaz de
mantener un pez dorado vivo para salvar mi vida. Y... um... ¡Ah! Tuve
problemas de habla hasta que cumplí los siete. No podía decir la letra L.
—No creo que podamos seguir juntos. Eres un perdedor.
—Prefiero set tu perdedor que el ganador de alguna otra chica.
—Sabes que estaba siendo sarcástica.
—Sí, lo sé. —Me dio un beso en el hombro.
—A ver, a ver.
—Lo sé. Pero tu piel es simplemente tan irresistible. Mis labios están
atraídos a ella. ¿Quieres volver a tu carta otra vez? —Él sabía cuál era la
respuesta a eso.
—No. Sólo continúa con el masaje.
—Sí, señora.
Continuó hasta que mis músculos dejaron escapar la tensión y mis
ojos se cerraron. Me desvanecí y sólo me desperté cuando Justin se subió
a mi lado y me empujó a su pecho desnudo.

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