{ Capítulo 35 }

By Unknown - 19:57



—No, no lo hacías. Pero está bien. Debería habértelo dicho. Te
merecías saberlo.
No, realmente no lo merecía.
—Lo siento mucho.
—¿Sabes? Eres una de las pocas personas a la que le creo cuando
dicen eso. Cuando tus padres mueren y uno es joven, especialmente si son
conocidos, todo tipo de personas te dicen que lo sienten, pero es una
mierda en su mayoría. Tienen que decirlo. Pero sé que tú lo sientes.
—Lo hago. Siento haberte presionado.
Puso su mano en mi hombro.
—Está bien, _____. Debería haber sabido que estarías tan curiosa
que ibas a usar otras formas de averiguarlo.
—Te espié. En la casa de tu tío. Le dije a Hope que iba al baño, pero
fui por el pasillo y escuché tras la puerta.
—Por supuesto que lo hiciste. No esperaba nada menos. ¿Qué oíste?
—Ni se inmutó. Me conocía mejor de lo que pensaba.
—Sólo estabas diciendo que no querías algo. Ahora sé lo que es.
—Ah, ¿así que no me oíste llamar a Joe un imbécil agresivo?
—¿Lo llamaste imbécil?
—Sí, está muy genial chica lo usa, y decidí robarlo.
—Ella lo aprueba.
—¿Eso significa que me perdonas?
—Quiero hacerlo —le dije, siendo totalmente honesta—. Cuando...
cuando me miraste... como que... —Negué con la cabeza, recordando.
Me hizo pensar en esa noche—. No puedes tocarme de esa forma nunca
más, o de lo contrario te arrancaré las pelotas y te las daré en la mano.
Asintió. —Me recordó algo que he pasado casi ocho años tratando
de olvidar. Yo... puedo decirte sobre eso, si quieres. —Quería tragarme las
palabras de nuevo una vez que las dije.
—_____ —dijo, su voz y sus ojos suaves. Nada comparado con la
pasada noche. No quería volver a recordar esa noche otra vez. Quería
borrarla de mi vida—. No tienes que hacerlo. Veo que te duele y te pesa,
pero si no quieres decirme, no tienes que hacerlo. Sólo escuchar lo que te
hablé sobre mis padres fue suficiente. Te llevaré a pesar de todo. Lo siento
::
mucho por cómo me comporté. No quiero volver a ser ese hombre de
nuevo.
—Tampoco quiero que lo seas. —Se movió en el sofá—. Yo sólo... No
sé si pueda decírtelo. No sé cómo.
Él había hecho que parezca tan fácil. Sólo se había sentado y me lo
dijo. Dios, había visto dos muertes. Yo no tenía nada de eso.
—Quiero llevarte a cenar. A algún lugar agradable donde pueda
continuar arrastrándome y mostrándote que puedes confiar en mí. Quiero
que confíes en mí. Lo necesito. Te necesito más que nada. Todo tiene
sentido cuando estás cerca. Todo es mejor. Ni siquiera podía cocinar la
cena de anoche, porque no estabas allí. Tuve una pesadilla, y no hubo
nadie que me despertase de ella. No es tu trabajo salvarme, pero... te
quiero cerca.
—Yo también.
No le dije a Megan, pero me había despertado con la cara pegada
a la almohada y mis dientes apretados en un grito. Por suerte, o de lo
contrario se podría haber pensado que alguien trataba de matarme.
—Entonces, ¿qué me dices? ¿Vas a dejar que te lleve a una cita?
—¿Quieres ayudarme a escoger algo de ropa?
—Por supuesto. —En su rostro apareció la sonrisa que sabía que traía
problemas.
—No llevaré sólo ropa interior, así que puedes sacarte esa imagen de
la cabeza.
—Maldita sea. Valía la pena intentarlo.
—Tengo el derecho de vetar cualquiera de tus opciones.
—Supongo
—Está bien, entonces. Vamos a una cita.
—Está bien, entonces.
No le dije que era, técnicamente, mi primera cita. Había estado en
cosas de grupo, pero ningún chico me recogió, esperó pagar, tiró de mi
silla y me dio un casto beso al final.
Justin se levantó del sofá cuando Megan cerró la ducha. —
¿Todavía viven ahí afuera?
—Sí —respondimos ambos.
::
—¿Le has cortado las extremidades? —preguntó.
—No. Está intacto.
—Bueno, dile que si alguna vez te lastima otra vez, no va a estarlo.
—Lo tengo. —Me volví hacia Justin—. Ella dice…
—Ya entendí. ¿Quieres venir a casa ahora? Hay una taza de café
más negro que el pecado esperando por ti.
—Nos vemos allí, ¿de acuerdo? Sólo quiero darle las gracias a
Megan y sacar mis cosas.
—Está bien, Missy. Te veré en casa.
Se fue y me quedé en el sofá. Megan salió de su habitación con el
pelo envuelto en una toalla. —¿Y bien?
—Se disculpó de la manera más romántica y me llevará a cenar.
—Aún hay que tener cuidado.
—Lo sé. —Sabía a qué se refería—. Él no es Travis.
—No, no lo es. Aún así.
—Lo sé, Meg.
—Está bien, entonces.
Me levanté para tomar mi bolsa y mi ropa de anoche. Yo estaba
todavía con mis pijamas. —Gracias por dejar que me quede —le dije,
dándole un abrazo.
—Cuando quieras, chica. Sabes que estoy aquí para ti.
—Gracias.
—Llámame. Quiero saber todos los detalles. Haz que trabaje por ello.
—Oh, créeme, lo haré. Va a estar de guardia durante al menos dos
semanas. Nos vemos más tarde.
—Adiós.

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios