- Chapter 116 -

By Unknown - 14:36



Justin me despertó con besos, mi cabeza estaba pesada y nublada por las bebidas de la noche anterior, pero la hora antes de dormir corrió en mi mente a vivido detalle, suaves labios bañaban mi mano, brazo y cuello. Y cuando alcanzaron mis labios, sonreí.
— Buenos días —dije contra su boca. Él no habló, sus labios continuaron trabajando contra los míos. Entonces sus brazos me envolvieron y luego enterró su rostro en mi cuello.
— Estás callado esta mañana —dije corriendo mis manos sobre su espalda desnuda. Y luego las dejé continuar hasta su trasero, y enrollé mis piernas en su cadera, besándolo en la mejilla.
Él negó con su cabeza. — Sólo quiero estar así —susurró.
Fruncí el ceño. — ¿Me perdí algo?
— No quería despertarte, ¿Por qué no vuelves a dormir?
Me recosté contra la almohada, jalando su barbilla. Sus ojos inyectados con sangre y la piel alrededor de ellos llenos de ojeras.
— ¿Qué diablos está mal contigo? —pregunté, alarmada.
Él tomó mi mano y la besó, presionando su rostro contra mi cuello. — Sólo vuelve a dormir, Pidge, por favor.
— ¿Algo paso? ¿Es Carly? —Con la última pregunta, incluso viendo el miedo en mis ojos, su expresión no cambio. Él simplemente suspiró, y se sentó conmigo, mirando mis manos.
— No… Carly está bien, ellos llegaron alrededor de las cuatro de la mañana. Aún siguen durmiendo, es temprano, sólo vayamos a dormir.
Sintiendo mi corazón latir contra mi pecho, sabía que no tenía ninguna oportunidad para volver a dormir, Justin puso sus dos manos en cada lado de mi rostro y me besó, su boca se movía diferente, como si me besara por última vez. Él me acostó en la almohada, me besó una vez más y descansó su cabeza en mi pecho, envolviendo sus dos manos alrededor mío fuertemente. Cada posible razón por el comportamiento de Justin apareció en mi cabeza como canales de televisión, lo abracé hacia a mí, con miedo a preguntar.
— ¿Has dormido?
— Yo… no podía, no quería… —su voz se apagó. Besé su frente.
— Lo que sea que pase, lo superaremos juntos. ¿Por qué no duermes? Veremos qué hacer cuando despiertes.
Alzó su cabeza y escaneó mi rostro, vi tanto la desconfianza como la esperanza en sus ojos.
— ¿Qué quieres decir con: veremos qué hacer?
Junte mis cejas, confundida, no podría saber que había pasado mientras yo dormía que podría causarle tanta angustia. — No sé qué está pasando, pero estoy aquí.
— Estás aquí ¿Cómo en te estás quedando? ¿Conmigo?
Sabía que mi expresión debía ser ridícula, pero mi cabeza giraba por ambos, el alcohol y la pregunta bizarra de Justin. — Sí. ¿Pensé que habíamos hablado anoche de eso?
— Lo hicimos —él asintió animándome. Busqué la habitación con mis ojos, pensando, sus paredes ya no estaban vacías como la primera vez que lo conocí, ahora tenían baratijas en las paredes de los lugares en los cuales la habían pasado juntos, y la pared blanca era interrumpida por marcos negros de fotos mías, nuestras, de Toto, y nuestro grupo de amigos, un marco más grande de los dos en mi cumpleaños sustituía el sombrero que había colgado en un clavo encima de su cabecera.

Entrecerré mis ojos. — ¿Pensaste que despertaría enfadada contigo cierto? ¿Pensaste que me iría?
Él se encogió de hombros, haciendo un pobre intento de indiferencia que solía salirle tan bien.
— Eso es por lo que eres famosa.
— ¿Es por eso que estas tan enfadado? ¿Estabas preocupado por lo que pasaría cuando despertara?
Él se acomodó, como si sus siguientes palabras fueran difíciles.
— No quería que anoche pasara de esa forma, estaba un poco borracho, te seguí en la fiesta como un maldito acosador y luego que traje aquí en contra de tu voluntad… y luego nosotros… —Él negó con su cabeza, claramente disgustado con las imágenes que corrían por su mente.
— ¿Tuvimos el mejor sexo de mi vida? —Sonreí apretando su mano.
Justin se rió una vez, la tención alrededor de sus ojos desvaneciéndose lentamente.
— ¿Entonces, estamos bien?
Lo besé tocando los lados de su rostro con ternura.
— Sí, tontito. ¿Lo prometí no? Te dije todo lo que querías escuchar, estamos juntos y ¿aún no estás feliz?
Su rostro se comprimió en una sonrisa.
— Bebe, basta, te amo, —dije, suavizando las líneas de sus ojos— este absurdo enfrentamiento pudo haber terminado en el Día De Acción de Gracias pero…
— Espera… ¿Qué? —Dijo él acercándose.
— Estaba completamente preparada para rendirme en Acción de Gracias, pero tú dijiste que habías terminado de hacerme feliz, y yo era muy orgullosa para decirte que te quería devuelta.
— ¡¿Estás bromeando!? ¡Estaba intentando hacerlo fácil para ti! ¿Sabes cuan miserable he sido?
Fruncí el ceño. — Parecías bien después de las vacaciones.
— Eso era por ti, tenía miedo de perderte si no pretendía estar bien con lo de ser amigos. ¿Pude estar contigo todo este tiempo? ¡¿Qué diablos, Pidge?!
— Yo… yo. —No podía discutir, nos hice sufrir a los dos, no tenía excusa— Lo siento.
— ¿Lo sientes? Casi bebí hasta la muerte, casi no podía salir de la cama, destruir mi teléfono en millones de piezas en la víspera de Año Nuevo para evitar llamarte y me dices que… ¿Lo sientes?
Mordí mi labio y asentí, avergonzada, no tenía ni idea por lo que había pasado y escucharlo decir las palabras causaba un agudo dolor en mi pecho. — Lo siento… mucho, mucho.
— Estás perdonada —dijo con una sonrisa— No lo vuelvas a hacerlo nunca.
— No lo haré, lo prometo.
Él mostró su hoyuelo y negó con la cabeza. — Te amo, maldita sea.

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