- Chapter 115 -

By Unknown - 14:33




— Justin… no creo…
La voz de Justin era controlada pero amenazante. — Hazlo, Donnie o te juro que te golpearé la parte de atrás de tu cabeza con mi puño, lo juro por el amor de Dios.
Donnie se apartó de la acera y me lancé hacia la manija de la puerta. — No voy a ir a tu apartamento.
Justin me agarró de una muñeca y luego la otra, me acerqué para morder su brazo. Él cerró sus ojos y luego un gruñido escapó de su mandíbula apretada cuando mis dientes se hundieron en su piel.
— Haz lo mejor que puedas, Pidge. Estoy cansado de tu mierda.
Solté su piel y me sacudí, intentando liberarme de su agarre. — ¿Mi mierda? ¡Déjame salir de este maldito auto!
Él puso mis muñecas cerca de su rostro.
— ¡Te amo, maldición! ¡No irás a ningún lado hasta que estés sobria y arreglemos esto!
— Tú eres el único que no ha arreglado esto, Justin —dije, él me soltó y yo crucé mis brazos, puse mala cara todo el camino hacia el apartamento. Cuando el auto desaceleró para detenerse, me acerqué.
— ¿Puedes llevarme a casa, Donnie?
Justin me sacó del auto por el brazo y me levantó en su hombro de nuevo, cargándome por las escaleras.
— Buenas noches, Donnie.
— ¡Llamaré a tu padre! —Grité.
Justin se rió en voz alta. — ¡Y él probablemente me golpeará en el hombro y me dirá que ya era hora!
Él luchó por abrir la puerta mientras yo pateaba y movía mis brazos para escapar.
— ¡Detente, Pidge, o aceremos por las escaleras! —Una vez que abrió la puerta, él entró hacia la habitación de Chris.
— ¡BÁJAME! —Grité.
— Bien —dijo, dejándome en la cama de Chris— Duerme, hablaremos por la mañana.

La habitación estaba oscura; la única luz una viga que brillaba de la luz del pasillo. Luché por concentrarme a través oscuridad, cerveza y rabia, y cuando él prendió la luz, iluminó su sonrisa de autosuficiencia. Golpeé el colchón con mis puños.
— ¡No puedes decirme que hacer, Justin! ¡No te pertenezco!
Un segundo le tomó volverse y encararme, su expresión se había contorsionado con rabia, él se acercó a grandes zancadas hacia a mí, poniendo sus manos sobre la cama y acercándose a mi rostro.
— ¡BUENO, YO TE PERTENEZCO! —Las venas de su cuello sobresalían mientras gritaba, me encontré con su mirada, negándome siquiera a parpadear. Él miró hacia mis labios, jadeando— Te pertenezco. —susurró, su rabia derritiéndose cuando se dio cuenta cuan cerca estábamos. Antes de que pudiera pensar una razón para no hacerlo, tomé su rostro, golpeando mis labios contra los suyos. Sin dudarlo Justin me levantó con sus brazos. En pocas zancadas me llevó a su habitación, ambos cayendo sobre su cama. Tiré su camisa sobre su cabeza, buscando en la oscuridad a tientas la hebilla de su cinturón. Él lo abrió, rompiéndolo y tirándolo al suelo. Me
levantó del colchón con una mano, y me quitó el vestido con la otra. Lo jalé sobre mi cabeza, tirándolo en algún lado en la oscuridad, y entonces me besó, gimiendo sobre mis labios. Con sólo unos cuantos movimientos, sus bóxers estaban fuera y él presionó su pecho contra el mío. Agarré su trasero, pero él se resistió cuando intenté acercarlo a mí.
— Los dos estamos borrachos —dijo él, respirando rápidamente.
— Por favor. —Presioné mis piernas contra sus caderas, desesperada por aliviar el ardor entre mis muslos. Justin estaba empeñado en que volviéramos, y no tenía intención de resistir lo inevitable, así que estaba más que lista para pasar la noche entre sus sábanas.
— Esto no está bien —dijo. Él estaba justo encima de mí, presionando su frente contra la mía, tenía la esperanza de que fueran una media protesta y que podía de alguna forma persuadirlo de que él estaba equivocado. La forma en que no podíamos mantenernos alejados uno del otro, era inexplicable. Pero no necesitaba más una explicación. No necesitaba ni siquiera una excusa, en este momento sólo lo necesitaba a él.
— Te quiero.
— Necesito que lo digas —dijo él.
Mi interior gritaba por él, y no podía soportarlo un segundo más. — Diré lo que quieras que diga.
— Entonces di que me perteneces, di que me tomas de vuelta, no haré esto a menos que estemos juntos.
— Nunca hemos estado separados, ¿cierto? —Pregunté. Esperando que fuera suficiente.
Él negó con su cabeza, sus labios rozando los míos.
— Necesito escuchar que lo digas. Necesito saber que eres mía.
— He sido tuya desde el segundo en que nos conocimos.
Mi voz tomó un tono de ruego, en otro momento sería vergonzoso, pero estaba más allá del arrepentimiento. Había luchado contra mis sentimientos, guardados, embotellados. Había experimentado momentos de felicidad en Eastern, todos ellos con Justin, luchando, riéndome, amando o llorando, era con Justin donde quería estar. Uno de los lados de su boca se estiró cuando tocó mi rostro y entonces sus labios tocaron los míos, en un beso tierno. Cuando lo jalé hacia a mí, él no se resistió. Sus músculos se tensaron, y sostuvo la respiración mientras se deslizaba dentro de mí.
— Dilo de nuevo —dijo él.
— Soy tuya —suspiré. Cada nervio, fuera y dentro quemaba por más— No quiero nunca más estar separada de ti.
— Prométemelo —dijo él, gimiendo con otro empuje.
— Te amo. Te amaré por siempre. —Las palabras fueron más un suspiro, pero miré sus ojos cuando las dije, pude ver la incertidumbre desvanecerse de sus ojos e incluso pude ver con la poca luz su rostro iluminarse.
Finalmente satisfecho, selló su boca sobre la mía.

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