{Capítulo 60} Maratón Final 2/4

By Unknown - 19:00



La libertad condicional es negada hasta la fecha de vencimiento
de la condena. —Las palabras sonaron fuerte en la gran sala.
Dejé escapar un ruido involuntario de alegría, y no fui la única. Oí
ruidos de desacuerdo por parte de su familia y un gemido de su novia. Vi
sus hombros hundirse un poco mientras su abogado le susurraba al oído. Él
asintió.
El miembro de la junta entregó un pedazo de papel al director y éste
se lo pasó a su abogado. Hubo más conversaciones acerca de las
apelaciones y demás, pero no me importaba. Él iba a estar en la cárcel
durante dos años más. Di un último vistazo a Travis antes de que lo sacaran
de la sala. No se volvió, y yo sabía que sería la última vez que lo viera.
Mi familia y yo salimos lo más rápido que pudimos, agradeciéndole al
Sr. Woodward. Él dijo que iba a estar en contacto si había algún cambio.
—No creo que haya nada de qué preocuparse —dijo Woodward
mientras caminábamos de regreso a la sala de espera—. Ustedes dos
hicieron la diferencia. Él pudo haber dicho que encontró a Jesús todo lo
que quiera, pero fueron ustedes quienes mostraron quién era en realidad.
—¿Qué? —Yo no sabía de lo que hablaba.
—Oh, ¿te desconectaste en esa parte? —preguntó Tawny—. Dijo
que había encontrado al Señor y que era cristiano. Enfermo hijo de puta.
—No creo que Dios pueda ayudarlo —dijo el Sr. Woodward.
—Debemos esperar que no —dijo ella.
Le dimos la mano a Woodward y fuimos a darle al equipo la buena
noticia. —Libertad Condicional negada —dijimos Tawny y yo, al mismo
tiempo que escuchábamos una ronda de aplausos. Justin me arrastró en

::
:


sus brazos y me hizo girar. Me pareció una cosa extraña para animar, pero
no nos importaba. Era como si UMaine hubiera ganado un partido de
hockey en contra de la Universidad de New Hampshire.
—Estoy muy contenta de que haya terminado —le dije a Justin.
—Yo también. Ahora podemos empezar nuestra vida.
—¿No hemos empezado todavía? ¿Qué hemos estado haciendo
todo este tiempo?
—Sólo rodar en el heno.
—Bolas y bolas de heno.
***
La vida fue a la vez igual y diferente después de la audiencia. Fue lo
mismo porque pasé cada noche con Justin, fui a clases, salí con las
chicas, hice más pinturas de soplado y leí más obscenidades de vampiros.
Fue diferente porque era más fácil reír. Más fácil sonreír. Más fácil
dormir.
Todo era más fácil.
No tenía que tratar de llegar a mi burbuja segura. Yo estaba allí todo
el tiempo.
—Oye, ¿quieres ir a un lugar conmigo? —dijo Justin en la mañana
del sábado, después de la audiencia.
—¿Por qué no? Con tal de que no me lleves a un lugar para
enredarnos, estoy dentro.
—Eres una mentirosa.
—Toma uno saber uno, Sr. Secreto. Sé que has estado haciendo
algo.
—Yo sé que tú sabes. Vamos.
Me llevó a mis pies. Habíamos estado acariciándonos en el sofá y
viendo reality shows sin sentido. Todos los demás estaban perdidos en
acción, lo cual era inusual para un sábado por la mañana.
No me molesté en preguntar donde íbamos. Me acostumbraba a las
sorpresas, o estaba menos curiosa acerca de ellas. Justin se alejó del
campus y se dirigió hacia Bangor, hacia el centro. Dio la vuelta en una
::
calle secundaria llena de hermosas casas y se detuvo delante de una que
no era tan impresionante como las demás, pero era linda. Amarilla, con
toques blancos y un pequeño porche. Era adorable. Había otro coche en
la entrada, un BMW que reconocí.
—¿Ese no es el coche de Joe?
—Pensé que debías conocerlo.
—¿Por qué lo estamos encontrando aquí?
—Ya lo verás. —Nos bajamos del coche y se acercó a la casa—.
Podemos ir adentro. Nos están esperando.
Empujó la puerta abierta, y fui bombardeada con—: ¡Sorpresa!
—¿Qué diablos?
Estaban todos allí: Darah, Mase, Renee, Paul, Dev, Sean, Megan, y
Jake. Y otra persona que no conocía, pero que tenía que ser Joe.
—No es mi cumpleaños —les dije. No lo era hasta dentro de algunas
semanas.
—Todavía no —dijo Justin—. _____, este es Joe. Joe, esta es _____.
Joe era una presencia imponente, de piel chocolate negro, un traje
que probablemente había sido hecho por un diseñador italiano, y un rostro
severo de igualar. Se veía como todo un abogado.
—Es un placer conocerla, señorita Caldwell.
—Te va a llamar así, para que lo sepas. Joe es muy formal, lo que se
consideraría irónico ya que me obliga a llamarlo Joe —dijo Justin. Joe se
aclaró la garganta como respuesta.
—Está bien, así que alguien tiene que decirme lo que estamos
haciendo aquí —dije.
Todos se miraron el uno al otro, y me di cuenta como si tres millones
de bombillas se encendieran al mismo tiempo.
—Juro por Dios, Justin, si me compraste una casa, voy a matarte.
Lentamente y desagradable. Estamos haciendo un segmento de tortura en
Historia :::, y sé varias maneras en las que eso puede suceder.
—Missy, no te compré una casa por esa misma razón.
Joe se aclaró la garganta otra vez.
—Es un alquiler de la propiedad. Justin hizo un pago inicial y el
alquiler del primer mes. Tengo los papeles de arrendamiento a su
::
disposición para firmar, así como también tarjetas de firma para una nueva
cuenta de cheques mancomunada —dijo Joe, sacando un fajo de
papeles que empujó en mi cara.
—Espera, ¿qué?
—Lo estamos alquilando. Para nosotros. Además, adivina quien más
lo está alquilando con nosotros —dijo Justin.
—Me rindo —respondí, al borde de la locura.
—¡Nosotros! —exclamó Renee, echando un poco de confeti sobre
mí—. ¡Todos nosotros vamos a vivir juntos!
—Tienes que estar bromeando —dije, mirando y esperando a que
alguien me dijera que sólo bromeaban conmigo.
—Nope. Lo hemos trabajado toda esta semana —dijo Justin. Abrí
la boca para gritarle. Para decirle que era una locura. Nunca iba a
funcionar. ¿Quién hacía ese tipo de cosas? Una. Jodida. Casa.
—Te dejaré pagar cualquier otro mes —dijo Justin, mientras yo
trataba de reunir mis pensamientos en palabras coherentes—. Todo lo que
tienes que hacer es firmar.
—¿Cuánto dinero hay en la cuenta conjunta?
—Sólo doscientos dólares. Hasta ahora. Yo hubiera puesto todo allí,
pero sabía que no me lo permitirías.
—Justin…
—No es una limosna. Es la construcción de nuestra fundación.
Miré a mí alrededor en todas las caras. Dios los amaba. Tanto que
dolía.
—¿Puedo por lo menos verla antes de firmar?
Todo el mundo dio un suspiro de alivio, y Justin nos llevó en un tour
con Joe, señalando las mejores características como un agente de bienes
raíces. Joe era exactamente como me lo había imaginado. Calmo, fresco,
todo un hombre de negocios. Hice de mi meta conseguir que sonriera.
Me enamoré de la casa tan pronto como vi la adorable cocina, con
un desayunador pequeño en un rincón. Había una gran sala de estar
donde podía caber un sofá gigante y que ya tenía un infame sillón en ella.
—Habíamos pensado en mover todas tus cosas sin decírtelo, pero
nos dimos cuenta de que te enojarías. Obtener el sillón aquí era bastante
malo —dijo Mase.
::
Oh, me conocían tan bien.
En la segunda planta había dos dormitorios grandes, cada uno con
su pequeño cuarto de baño y luego en el tercer piso había una habitación
principal con baño adjunto.
—Este es nuestro —dijo Justin, agitando su brazo alrededor. La
habitación era grande, abierta y llena de luz.
Sólo había una cosa en ella. La foto que mamá nos había tomado a
ambos el fin de semana anterior, en un marco de pavo real pintado. Era
en blanco y negro. Yo tenía la cabeza inclinada sobre su hombro, y mis
dedos sobre las cuerdas de su guitarra. Me estaba riendo de algo que él
había dicho.
La levanté y miré nuestros felices rostros.
—Entonces, ¿qué te parece? —dijo Justin, de pie en la puerta del
baño, mirándome, su mano tocando un ritmo constante en su pierna. Uno,
dos, tres, cuatro, cinco—. Por cierto, Stephen King vive en la misma calle.
Por si eso ayuda a mi causa.
Mi boca cayó. —Me estás tomando el pelo.
—¿Has visto la casa con la cerca de hierro genial? ¿La enorme casa
rojiza?
—Sí.
—Esa es la suya.
Yo podría vivir en la calle de Stephen King. Santa jodida mierda.
—También cambié mi especialidad.
—¿En serio?
—Sep. Ahora ambos somos estudiantes de artes liberales. Soy un
orgulloso miembro de la Facultad de Educación. Música, para ser exactos.
—¿Cambiaste tu especialidad?
—Decidí que ya era hora de hacer lo que quería hacer. No lo que
pensaba que debía hacer.
Mi mente ya estaba llena de todo lo que sucedía al mismo tiempo.
No podía comprender todo.
—Pensé que podríamos enmarcar nuestras pinturas de soplado y
ponerlas aquí —dijo, señalando una de las paredes—. Y una cama grande,
aquí mismo. —Fue alrededor de todo el resto de la habitació
n...

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios