{ Capítulo 17 }

By Unknown - 18:27



Todavía intentaba sacarme de la cabeza la imagen de Justin
masturbándose cuando entramos al departamento.
—¿Qué es eso? —dijo Renee, olfateando el aire. Olía como si alguien
hubiera prendido un millón de velas con esencia de chocolate.
—Sorpresa —dijo Justin, apuntando a un pastel de aspecto
absolutamente precioso, con glaseado de mantequilla de maní y
chocolate cayendo por los costados.
—¿Tú hiciste eso? —Parecía profesional, como si hubiera salido y la
hubiera comprado.
—Lo hice. —Si no hubiera visto las demostraciones de sus habilidades
culinarias antes, pensaría que estaba siendo totalmente ridículo.
—¿Por qué?
—Sólo porque sí —dijo, encogiéndose de hombros. Su rostro lucía
serio, y podía darme cuenta que algo estaba en su mente.
—No confío en ti —dije, contemplando el pastel.
Rió entre dientes. —No deberías.
—¿Podemos comerla ahora? —dijo Renee, dando golpecitos con el
pie.
Justin le entregó un cortador de pastel que jamás había visto.
—Adelante.
Renee lo agarró y lo deslizó por el hermoso pastel. Deberíamos
haberle sacado una foto de antemano. No estaba segura de con qué
frecuencia íbamos a ver cosas como esta.
Ella sacó un pedazo con sus manos y luego pareció darse cuenta de
que no tenía un plato. Justin le entregó uno de la pila que tenía
esperando. Había pensado en todo.
—Quería hacer esto, pero no quería que las masas se lo devoraran.
Nada siniestro, lo juro —dijo, levantando las manos.
Aun así no confiaba en él, pero me corté un pedazo de todos
modos. Tenía tres capas, con un una gruesa capa de glaseado en el
medio. Sabía antes de probar un bocado que sería el cielo.
Lo era.
—No voy a dormir contigo a cambio de este pastel —dije.
::

—No necesito usar un pastel para conseguir que duermas conmigo
—dijo, entregándole a Renee un tenedor para que dejara de usar sus
dedos.
—¿Podemos dejar la charla sexy? Estoy comiendo aquí —dijo Renee,
con la boca llena.
Crucé mis ojos hacia ella, terminando mi pedazo de pastel y me lamí
los dedos. Justin se robó un poco de glaseado de su torta y lo untó en mi
mejilla.
—¡Oye!
—Eso es todo —dijo Renee, agarrando su plato y yendo a la sala de
estar—, cuando el merengue empieza a volar, me salgo del camino. Si
quieren tener sexo en la mesada, ¿pueden limpiar luego? Oh, por favor no
se revuelquen sobre el pastel. Me gustaría agarrar otro pedazo.
Realmente, realmente quería responderle, pero en lugar de eso me
limpié el glaseado de mi cara y metí mi dedo en mi boca.
—Provocadora —dijo él.
—Necesitas de uno para ser una. ¿Qué tipo de chico le hace un
increíble pastel a una chica sin esperar algo a cambio?
—¡Un chico que no existe! —gritó Renee desde el sofá, su boca
todavía llena de pastel. Esperaba que no se atragantara.
—Yo —dijo él.
—Como sea. Todavía me debes por el incidente del E-Reader.
—Disfrutaste de eso tanto como yo.
—Como sea.
—Como dije, Missy, no necesitaría del pastel para meterte en la
cama. —Me miró de una manera que me hacía poner roja. Ugh. Desvié la
mirada tan rápido como pude y agarré el cortador de pastel.
—Te apuñalaré con esto, no creas que no lo haré.
—Violencia amenazante, interesante. Sabes que lo haces cuando
estás incómoda. —Su voz bajó hasta que sólo yo pude oírla. Renee lamía
su plato para tomar hasta la última migaja del pastel.
—Muérdeme.
—También dices eso cuando estás incómoda. ¿Por qué, Missy?
¿Estás tan frustrada sexualmente? —Eso no era de su maldita incumbencia.
::

—Jamás te acuestas en la cama, pensando en mí cerca, durmiendo
desnudo justo al otro lado de la habitación y mis manos y...
Me di la vuelta y lo golpeé con el codo en el estómago. Su
estremecimiento fue satisfactorio.
—Nop —dije, girando el cortador de pastel en mi mano y agarrando
el mango otra vez. Había hecho malabares por casi un mes cuando tenía
cinco y mis muñecas todavía eran buenas lanzando y atrapando cosas
como esas.
—Mentirosa.
Lo ignoré y me fui a sentar con Renee. La necesitaba como
mediadora. Darah entró unos minutos después, así que tenía por lo menos
dos personas. No es que eso hiciera que Justin tuviera un filtro. Estaba
bastante segura de que había nacido sin uno. Bueno, yo no tenía un filtro
de ira. Cuando esas dos cosas se combinaban, era una incógnita.
::

::
el lunes me desperté un poco excitada. Era mi primer día en la
biblioteca en la tarde, y me sentía nerviosa, pero feliz de estar
teniendo un poco de dinero viniendo. Me cortaría la mano
antes de pedirle a mi madre algunos gramos. Tenía suficientes
preocupaciones sin yo siendo una vaga.
Saqué mi ortodoncia y miré a Justin. Estaba de espaldas, con un
brazo sobre los ojos, como si estuviera bloqueando el sol. Su otro brazo
colgaba a un lado de su cama. De alguna manera sus sabanas siempre se
las arreglaban para cubrir lo que falta por recorrer. Excepto...
Metí mi cara debajo de las mantas. No acababa de verlo. Me
asomé de nuevo. Sip. El pequeño Justin se encontraba despierto y de pie
en posición firme. Oh. Dios. Mío. Me enfrenté a la pared, incapaz de verlo
más. Gimió, rodando. Me quedé tan quieta como pude, pero de repente,
tuve un ataque de risa. Metí mi manta en mi boca, pero no sirvió de nada.
Justin suspiró y volvió a moverse. De verdad, de verdad no quería que se
despertara.
La risa continuó. Yo estaba en el fondo y no había fin a la vista.
—¿Qué es tan gracioso? —Su voz me sobresaltó, matando toda
esperanza que tenía de fingir que dormía. Me quedé inmóvil de todos
modos, esperando que pensara que yo tenía una pesadilla o algo así.
—Todavía puedo oírte reír —dijo, y le oí agarrando su bóxer. Cómo
iba a subir a más de...—. Por qué no vienes aquí y me das una mano en
lugar de reírte como una niña de doce años —dijo, de alguna manera
consiguiendo ponerse el bóxer.

::

—¿Por qué no sólo tienes
probablemente lo que sueles hacer.
—Eso es lo que piensas.
cuidado
de
ti
mismo?
Eso
es
Salió de la habitación y cerró la puerta. La risita finalmente se hizo
cargo y me perdí. Algo acerca de las partes de hombres era hilarante. Mi
ataque continuó hasta que tuve lágrimas en mi rostro. Me acosté en la
cama después de que todo había terminado, jadeando y tratando de
recuperar la compostura.
Eran sólo las siete, pero no había manera de que fuera a ser capaz
de dormir. También podría levantarme y hacer un poco de tarea. Tenía
que lavarme la cara y cepillarme los dientes, pero no iba a acercarme al
baño una vez que supe que Justin estaba fuera de ello.
Me estacioné en la sala de estar con mis libros de texto, un tazón de
cereal y una taza de café negro. Oí la ducha apagarse y pegué mis ojos a
mi libro.
—La ducha está disponible —dijo, a mis espaldas.
Hice un sonido evasivo y fingí que me hallaba absolutamente
fascinada con mi libro de texto francés. Le oí caminar más cerca y me
quedé con mi cabeza mirando lejos. —Tú te acercas más con eso y lo voy
a romper. ¿Entiendes?
—Eres luchadora tan temprano en la mañana. Me gusta. ¿Qué estás
leyendo? —Se inclinó sobre mi hombro, su piel húmeda a pulgadas de mi
cara.
—Vete, Justin. En serio.
—Está bien, está bien. —Se arrastró de vuelta a la habitación, y volví
a mi tarea.
Una hora más tarde, Darah tropezó hacia la cafetera.
—¿Qué estás haciendo aquí tan temprano? —dijo.
—No puedo dormir.
—¿Eras tú la que se reía como un psicópata antes?
—Sí, lo siento. No te desperté, ¿verdad?
—Nah —dijo, agarrando la taza de café y tomando un sorbo—. Me
levantó Renee, respira muy fuerte. No es tu culpa. Entonces —dijo,
empujando algunos de mis libros a un lado para que pudiera sentarse junto
a mí—, ¿sobre que fueron todas las risas?
::

—No es nada —le dije, la risa amenazando con volver—. Es sólo algo
que pensaba.
—¿O alguien? —Empujó mi hombro.
—No.
—Sí, eso fue muy convincente, _____. Hay algo entre tú y Justin.
Todo el mundo parece verlo excepto tú.
—Lo único que pasa es que me vuelve loca y quiero que sea
golpeado por un autobús.
—Claro, seguro.
—¡Lo digo en serio!
—Está bien, _____. Lo que tú digas. —Me miró y volvió a su café, y
me fui de nuevo a lo que sea en lo que trabajaba y no pensé en Justin.
***
Me dirigí a mi primer día en la biblioteca con nervios y emoción.
Marqué mi antigua tarjeta de tiempo y regresé a la oficina.
—Hola, _____, es bueno verte de nuevo —dijo Tom, moviendo la
mano. Había unas pocas personas que trabajaban en el departamento, y
me presentaron a Nancy, Mary y Jeff.
—Y esta es la sección de estudiantes trabajadores. Por lo general,
sólo tienen dos trabajadores a la vez. El otro estudiante que comparte tu
turno llegará en cualquier momento.
Era un poco temprano. Me mostró un escritorio que se dividía en dos
estaciones de trabajo frente a frente con dos escritorios antiguos, un
montón de almohadillas para sellos y bolígrafos.
—Oh, aquí está —dijo Tom, dándose la vuelta. Volví la cabeza y vi a
mi compañero de trabajo.
—Que fantástico verte aquí, Missy. Pequeño mundo. —Justin
Bieber, nos encontramos de nuevo.
—Tienes que estar bromeando.
—¿Se conocen? —Tom nos miró confundido e incómodo.
—Somos compañeros de cuarto —le dije.
::

—Bueno, es un mundo pequeño. Eso no va a ser un problema,
¿verdad?
—No, en absoluto —le dije. No había manera de que fuera a
abandonar este trabajo.
—De acuerdo —dijo Justin.
Tom nos dio un vistazo, pero tomó nuestra palabra. —Está bien,
entonces. Por hoy, sólo necesito que completen algunas pruebas de
seguridad del lugar de trabajo. Es un dolor tenerlo que hacer, pero son
necesarios para todos los nuevos empleados.
Justin se sentó directamente frente a mí y encendió el ordenador.
Hice lo mismo mientras Tom nos dijo cómo iniciar sesión en el sitio web y lo
que la prueba implicaba. No parece demasiado difícil.
—¿Están seguros de que esto está bien? Sé lo difícil que puede ser
trabajar con alguien con quien vives. Mi esposa solía trabajar en este
departamento. —Sonrió y ambos reiteraron que estaría bien. Al menos por
ahora. Sólo había estado allí durante unos minutos, y yo daba vueltas
todavía. No creo en la suerte, pero me parecía estar teniendo un montón
de la mala últimamente.
Justin y yo nos pusimos a trabajar en un estúpido examen de
seguridad de opciones múltiples. Tuve que seguir moviendo mis pies
porque él seguía invadiendo mi espacio.
—¿Puedes dejar eso? —le dije después de que extendió sus pies
fuera de mi silla por millonésima vez.
—¿Por qué? Me gusta cabrearte. Es la mejor parte de mi día.
Quería decirle que se fuera a la mierda, pero en cambio volví mi
atención a la pantalla de mi ordenador. Segundos más tarde, mi correo
electrónico hizo un sonido metálico para decirme que tenía un nuevo
mensaje. Lo abrí en caso de que alguno de mis profesores enviara un
mensaje que tenía que leer de inmediato. No necesitaba más que una
adivinanza para saber de quien era.
Asunto: Estás totalmente imaginándome desnudo ahora mismo.
Missy,
Entonces, ¿qué tal si tú y yo nos adentramos entre las pilas para
hacer algo de "estantería"?

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios