{ Capítulo 9 }

By Unknown - 18:03



—No me creerías si te lo dijera. —Teníamos unos minutos antes de
que empezara la clase, así que le di una versión rápida y muy sucia del día
anterior.
—Estás bromeando —dijo, sentándose de nuevo.
—Me gustaría.
—No pensé que la residencia podría hacer eso.
—Lo sé, ¿no? Sin previo aviso, nada.
Fuimos interrumpidas por la llegada de nuestra profesora, Jennie, con
quien yo había tenido una clase antes. Era joven, sólo veintiocho años y
estaba tan obsesionada con las películas, que incluso hacía interesante el
tema más aburrido. Tampoco nos dejaba llamarla por su apellido.
La clase comenzó con la entrega habitual de programas de estudio
y repasando las reglas y políticas. Me desconecté de la mayor parte, y
dejé que mi mente divagara. Por supuesto que vagaba a mi irritación más
reciente. Justin Bieber.
Había algo seriamente mal con Justin. En un momento hablaba
acerca de ir a la cama conmigo, y al siguiente me dijo que no quería que
tuviéramos sexo porque yo le gustaba, y luego estaba más frío que el
invierno de Maine. Tal vez eso era algo que podía hacer con la residencia.
Había tenido que apagar mi teléfono durante la clase, pero no podía
esperar para comprobar y ver si tenía un mensaje. También había
planeado ir allí después del almuerzo, antes de mi última clase.
Terminamos temprano, y Megan y yo decidimos tomar el almuerzo
en La Unión. Ella fue por una hamburguesa con queso a la parrilla, y yo
opté por un arrollado de tomate, relleno con puré de garbanzos y
verduras. De alguna manera nos encontramos con dos asientos vacíos y
aclaramos todo.
—Así que tienes que darme algunos detalles más sobre este hombre.
—No sé mucho, la verdad. Excepto que es un idiota y que está
durmiendo en mi habitación.
Cubrió la hamburguesa con salsa de tomate y abrió el pan.
—¿Es guapo?
Tenía que pensar en mi respuesta. No podía negar que Justin era
precioso. Tenía todo lo que una típica mujer desearía. Buen cuerpo,
dientes perfectos, cabello genial y todo (lo que pude ver) en proporción.
::

Quitando su cambiante personalidad, yo podría haber tenido un
flechazo con él. También tenía esta línea de la mandíbula fabulosa. No es
que me haya dado cuenta.
—Oh, de acuerdo, él es un bombón, pero es su personalidad la que
podría necesitar un poco de ayuda.
—Aun así, mejor un idiota guapo que un tipo agradable y feo.
—¿De qué categoría es Jake?
—Es un poco de ambos —dijo, comiendo una patata—. Me gusta
pensar que combina la cantidad exacta de sensualidad y amabilidad.
El novio de Megan era un buen tipo. Eran sus amigos los que
necesitaban un poco de trabajo. No eran idiotas, sólo sencillamente
asquerosos. Megan a menudo entraba en su cuarto de baño para
encontrar que uno de ellos se había olvidado de limpiar, otro había dejado
cabello e hilo dental usado en el fregadero, y otro, cabello en el desagüe
de la ducha. Ella se quedaba por amor, o eso decía. Yo habría estado
fuera de allí más rápido de lo que podría decir Clorox.
—Bueno, Justin es todo un idiota.
—Pero de buen aspecto. Puedes pasar por alto mucho si es ardiente.
—Confía en mí, eso no va a suceder.
Terminé mi arrollado, y fuimos a tirar nuestras bandejas, diciéndole
adiós a Megan, quién tenía cálculo. Tenía que matar el tiempo antes de mi
próxima clase y no quería hacer todo el camino de vuelta hasta la colina
de nuestro departamento, así que fui a una de las computadoras de La
Unión y comprobé la junta de empleos. El año pasado había trabajado en
uno de los campos comunes de comedor. No había sido tan horrible, e
hice algunos buenos amigos, pero había tenido más que suficiente de
picar ensaladas y hacer un sinfín de sándwiches de queso a la parrilla. Yo
quería algo nuevo que me pudiera ofrecer algún estímulo intelectual. La
biblioteca era mi primera opción.
Me desplacé a través de los listados de alumnos trabajadores. La
mayoría de ellos estaban en los campos comunes de comedor, pero hubo
uno que me llamó la atención, de un ayudante de biblioteca en el
departamento de publicaciones del gobierno, lo que sea que eso fuera.
Hice click en el enlace y rellené la solicitud, tratando de hacerme
sonar lo más académica e inteligente posible. La envié y esperé conseguir
un correo electrónico citándome a una entrevista.
::

Me desplacé por el resto de los puestos de trabajo, pero nada me
llamó. Rápidamente revisé mi correo electrónico por cualquier señal de la
residencia. No tenía nada en mi teléfono. Había comprobado al menos
doce veces.
Decidí que si la residencia no había llegado a mí, yo iría hacia ellos.
Su oficina estaba en el tercer piso de la Unión, así que tomé las
escaleras, componiéndome a mí misma antes de entrar en la oficina. La
recepcionista levantó la vista cuando entré. Había otros dos estudiantes,
un chico y una chica, a la espera. Los dos se veían hoscos y tristes, y la
muchacha claramente había estado llorando.
—¿Puedo ayudarte? —dijo la mujer, levantando la vista de su
ordenador.
—Sí, estoy teniendo un problema de residencia y realmente necesito
hablar con alguien de inmediato. Llamé y dejé mensajes, pero no estaban
abiertos ayer.
—Está bien, déjame ver. Aguarda.
Se puso de pie, y arrastrando los pies hacia las oficinas, golpeó
suavemente la puerta antes de entrar. Cerró tras ella, así que no podía oír
lo que decía. Maldita sea. Agarré un caramelo de la jarra y lo desenvolví,
ganándome las miradas de las otras dos personas que esperaban. Unos
segundos más tarde, la secretaria volvió. Traté de adivinar, por su cara, si se
trataba de una buena o mala noticia.
—He hablado con Marissa, la jefa de residencia, y es consciente de
tu situación. Si deseas sentarte y esperar, va a estar contigo tan pronto
como le sea posible. Estas personas estaban delante de ti, y aquí es
primero en tiempo, mejor en derecho —dijo con una sonrisa tensa.
—¿Sabes cuánto tiempo va a ser? Tengo clase pronto.
—¿Te gustaría hacer una cita?
—¿Qué tan rápido serías capaz de agendarla?
—Déjame ver —dijo con un suspiro apenas audible. Yo no estaba
tratando de ser difícil.
—Es una semana muy ocupada. Hmm... —Se desplazó a través de su
ordenador, con los ojos en busca de un espacio vacío.
—Lo primero que puedo conseguirte es el viernes por la tarde, a las
dos.
::

—¿El viernes? —¿En serio?—. ¿No hay nadie más con quien pueda
hablar?
—Déjame revisar el programa de Roger. Es el director asistente. —Se
desplazó de nuevo, y crucé los dedos. No es que creyera en la suerte—. Lo
más pronto que tengo es el próximo lunes a las cuatro.
Genial, simplemente genial. Traté de no gritar de frustración.
—Está bien, voy a tomar el viernes. ¿Qué se supone que debo hacer
antes de eso?
—Debes contactar a tu director de residencia, y podrá ayudarte a
resolver cualquier problema que puedas tener, ¿de acuerdo?
Escribió mi cita en la tarjeta y tomó mi nombre, escribiendo poco a
poco en la computadora. Sí, nuestro director residente. Yo había visto al
chico apenas una vez, cuando me mudé. Se había presentado y dado un
discurso acerca de cómo su puerta siempre estaba abierta. Sí, yo iba a ir a
un completo extraño con mis problemas. No lo creo.
Le di las gracias a la mujer y traté de no pisar fuerte fuera de la
oficina. Mi teléfono sonó, y miré hacia abajo para encontrar un texto de
"Compañero de cuarto Sexy". Lo abrí, preguntándome qué demonios.
Estoy sentado en clase, pensando en ti. ¿Estás pensando en mí?
Tenía una idea de quién era. Más que una idea. Lo que yo no sabía
era cuándo se había apoderado de mi teléfono para poner su número en
él.
¿Quién es?
El hombre con el que dormiste anoche. Uno de ellos, por lo menos.
Muérdeme.
Te vi caminando por el campus hoy.
¿Ahora me acechas?
Yo estaba pensando en mis cosas, y tú te cruzaste en MI camino.
¿Quién acecha a quien, ahora?
Esto es acoso. Te voy a denunciar.
Haz lo que quieras, Missy. Todavía no me has dado una respuesta
sobre nuestra apuesta.
¿Mi patada en tus bolas no fue suficiente respuesta?
::

En la mayoría de las sociedades, un apretón de manos suele
simbolizar la realización de un contrato.
Lo que sea. Estoy apagando mi teléfono.
Esperé una respuesta, pero no llegó. Negué con la cabeza y apagué
el teléfono. Todavía tenía que matar el tiempo antes de clase, pero no
tenía nada mejor que hacer, así que fui a conseguirme un buen asiento.
De alguna manera me las había arreglado para sortear mi camino
hacia Sexualidad Humana. Era la clase más popular en la escuela, y la
mayoría de la gente no podía entrar hasta su último año. Tal vez sólo había
tenido suerte. Jaja.
La clase estaba situada en lo que la gente llama la DPC :::. El DPC
representaba el nombre de David P. Corbett Hall. Era el mayor salón de
clases en el plantel y podía albergar hasta ::: personas. Tenía esta forma
de cúpula loca, con los asientos apilados como una sala de cine .
Siempre hacía mil grados ahí dentro por toda esa gente, y nunca se
sabía si ibas a tropezar con una taza medio vacía de Starbucks.
A pesar de ir casi media hora antes, ya había por lo menos un
centenar de personas en la sala. Caminé por el lado en pendiente,
tratando de no tropezar y de encontrar un asiento que no estuviera cerca
de ninguna otra persona. Me gustaba mi espacio personal, muchas
gracias.
La mayoría de los asientos en los bordes exteriores estaban tomados,
pero había encontrado uno en la parte delantera que tenía un tope. El
mostrador de al lado estaba roto, así que estaba bastante segura de que
nadie más iba a sentarse allí. Saqué mi e-reader para poder terminar la
historia que me había hecho llegar ayer por la tarde. Era el último libro de
una serie paranormal a la que me había vuelto adicta este verano. Estaba
absorta por completo cuando alguien me tocó en el hombro.
—¿Está ocupado este asiento?
Tuve que parpadear un par de veces antes de que mi cerebro
registrara que Justin se encontraba de pie a mi lado, preguntando si
podía sentarse allí.
—¿Qué estás haciendo aquí?
—Aprender acerca de la sexualidad humana. ¿No es eso por lo que
estás aquí?
Miré hacia abajo y luego de vuelta hacia él. Tal vez era un espejismo.

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