- Chapter 84 -

By Unknown - 10:45



Justin dejó nuestras maletas y miró alrededor de la habitación. — Esto es lindo, ¿verdad?
Lo fulminé con la mirada y él enarcó su ceja. — ¿Qué?
Empecé a desempacar mi maleta y sacudí mi cabeza. Diferentes estrategias y la falta de tiempo llenaron mi cabeza. — Estas no son vacaciones, Justin. No deberías estar aquí.
Al momento siguiente él estaba detrás de mí, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.
— Yo voy a donde tú vayas.
Ladeé mi cabeza en contra de su pecho y suspiré. — Tengo que ir a la planta baja. Tú puedes quedarte aquí si quieres o echarle un vistazo al show. Te veré más tarde ¿De acuerdo?
— Iré contigo.
— No te quiero allí, Justin. —Una expresión de dolor cruzó su rostro, toqué su brazo— Si voy a ganar catorce mil dólares en un fin de semana necesito estar concentrada al máximo. No me gusta quién voy a ser en esas mesas, y no quiero que tú lo veas, ¿Vale?
Él retiró mi cabello fuera de mis ojos y besó mi mejilla. — De acuerdo, Pidge.

Justin saludó a Carly mientras dejaba la habitación. Ella se acercó a mí en el mismo vestido que usó en la fiesta. Me cambié por una falda corta dorada y un par de tacones, estudiándome en el espejo. Carly llevó mi cabello hacia atrás y me pasó un tubo negro. — Necesitas al menos cinco capas más de rímel, y ellos van a pedir tu identificación antes de que te des cuenta si no usas un poco más de rubor, ¿Acaso has olvidado cómo se juega este juego? —Arranqué el rímel de las manos de Carly y pasé al menos otros diez minutos en mi maquillaje, cuando terminé, mis ojos se empezaron a llenarse de lágrimas. — Maldita sea ____, no llores —me dije mirando hacia arriba mientras secaba la parte inferior de mis ojos con un pañuelo desechable. — No tienes que hacer esto ___, tú no le debes nada. —dijo ahuecando mis hombros mientras me miraba al espejo una última vez.
— Él le debe dinero a Benny, Carly, si no lo hago, lo matarán. 
Su expresión era de lástima, ya la había visto mirarme de esa manera muchas veces antes, pero esta vez ella estaba desesperada. Lo había visto arruinar mi vida más veces de las que ninguna de las dos podríamos contar.
— ¿Qué pasa con la siguiente vez que lo haga? ¿Y la siguiente? No puedes seguir haciendo esto.
— Él estuvo de acuerdo con mantenerse lejos, Mick Roos es muchas cosas, más no un estúpido.

Caminamos por el pasillo e ingresamos a un ascensor vacío. — ¿Tienes todo lo que necesitas? —Pregunté, manteniendo las cámaras en mente.
Carly chocó su uñas con la licencia de conducir falsa y sonrió. — El nombre es Candy, Candy Crawford. —dijo en un falso acento sureño.
Extendí mi mano. — Jessica James. Gusto en conocerte, Candy. —Ambas nos pusimos nuestras gafas de sol y permanecimos con cara de póker mientras el ascensor se abría, revelando las luces de neón y el bullicioso casino. La gente se movía en todas las direcciones. Las Vegas era el infierno celestial, el único lugar en donde podías encontrar bailarinas en ostentosos trajes y montones de maquillaje. Prostitutas con una indumentaria aceptable, hombres de negocios en lujosos trajes y familias enormes en la misma edificación. Desfilamos a lo largo de un pasillo alineado con cuerdas rojas y le entregamos nuestras identificaciones a un hombre que tenía una chaqueta roja. Me observó por un momento y me quité las gafas.
— Cualquier momento de hoy sería genial. —dije con tono aburrido. Nos devolvió nuestras identificaciones y se hizo a un lado, dejándonos pasar, atravesamos los pasillos en donde estaban las máquinas tragamonedas, las mesas de Black Jack juego. Escaneé la habitación, observando las diferentes mesas de póquer, asintiendo hacia una con viejos caballeros sentados en ella.
— Ésa. —dije, contoneándome por el camino.
— Empieza agresiva ____, ellos no sabrán lo que se les viene encima.
— No. Ellos son de las Vegas a la antigua, tengo que jugar inteligente esta vez. —Me acerqué a la mesa, usando mi más encantadora sonrisa. Los locales podían oler a los estafadores a millas de distancia, pero yo tenía dos cosas a mi favor que cubrían el olor de cualquier cosas que pudiera levantar sospechas: juventud… y tetas.
— Buenas noches, caballeros. ¿Les importa si me uno a ustedes?
Ellos no miraron en mi dirección. — Seguro, pequeña. Toma asiento y procura verte bonita. Sólo no hables.
— Quiero entrar. —dije pasándole mis gafas a Carly— No hay suficiente acción en las mesas de black jack.

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