- Chapter 72 -

By Unknown - 20:48



Cuando llegamos solté mi pelo y pase mis dedos por él varias veces, antes de que Justin me llevara hacia la puerta.
— ¡Santo Cristo! ¡Es el idiota! —Uno de los chicos gritó. Justin asintió. Trató de verse enojado, pero pude ver que estaba emocionado de ver a sus hermanos. La casa estaba gastada, con papel tapiz amarillo y marrón en las paredes y distintos tonos de café en las alfombras. Caminamos por un pasillo hasta una puerta abierta de par en par. El humo de cigarro salía de la habitación, y allí estaban su padre y hermanos, sentados alrededor de una mesa con sillas disparejas.
— Hey, Hey… Cuiden el lenguaje frente a la señorita. —dijo su papá, moviendo el cigarro en su boca al hablar.
— Pidge, éste es mi papá, Jeremy Bieber. Papá, ésta es Pigeon.
— ¿Pigeon? —Preguntó Jeremy, divertido.
— ____. —Sonreí, sacudiendo su mano.
Justin apuntó a sus hermanos. — Jason, Jaden, Jaxon, y Jeydon.
Todos asintieron, y todos menos Jason lucían como versiones mayores de Justin; sus cabellos castanos, ojos miel, sus camisas estiradas en los trabajados músculos, y cubiertos en tatuajes. Jason llevaba una camisa de vestir y la corbata suelta, sus ojos eran verde avellana, y su cabello rubio oscuro era un poco más largo.
— ¿_____ tiene apellido? —Preguntó Jeremy.
— Ross. —Asentí.
— Es un placer conocerte, _____. —dijo Jason, sonriendo.
— Un gran placer. —dijo Jeydon, mirándome de arriba abajo.
Jeremy lo golpeó en la nuca y él saltó.
— ¿Qué dije? —Preguntó, sobándose la cabeza.
— Siéntate, ____. Míranos quitarle el dinero a Justin. —Uno de los gemelos dijo. No supe quién era quién; ambos eran una total copia del otro, hasta sus tatuajes coincidían.

La habitación estaba decorada con fotografías antiguas de juegos de póker, fotos de leyendas posando con Jeremy y a quién asumía era el abuelo de Justin, y cartas viejas en los estantes.
Los ojos de Jeremy brillaban. — ¿Sabes quién es Stu Unger?
Asentí. — Mi papá es un fan también.
Se levantó, apuntando hacia la fotografía junto a él. — Y ese de allí es Doyle Brunson.
Sonreí. — Mi papá lo vio jugar una vez. Es increíble.
— El abuelito de Justin era un profesional… Nos tomamos el póker muy en serio por aquí. —Sonrió Jeremy.
Me senté en medio de Justin y uno de los gemelos, mientras Jeydon mezclaba las cartas con moderada habilidad. Los chicos pusieron su dinero y Jeremy dividió las fichas.
Jeydon levantó una ceja. — ¿Quieres jugar, ____?
Sonreí educadamente y sacudí la cabeza. — No creo que debería.
— ¿No sabes cómo? —Preguntó Jeremy. No pude evitar sonreír. Jeremy se veía tan serio, casi paternal. Sabía la respuesta que él esperaba, y odiaba decepcionarlo.
Justin besó mi frente. — Juega… Yo te enseño.
— Deberías darle un beso de despedida a tu dinero en este momento, _____. —Jason rió.
Presioné mis labios y busqué en mi bolso, sacando dos billetes de cincuenta. Se los tendí a Jeremy y esperé pacientemente a que me los cambiara por fichas. La cara de Jeydon se estiró en una sonrisa satisfecha, pero lo ignoré.— Tengo fe en las habilidades para enseñar de Justin. —dije.
Uno de los gemelos aplaudió. — ¡Demonios, sí! ¡Me voy a ser rico esta noche!
— Empecemos con poco esta vez. —dijo Jeremy, tirando una ficha de cinco dólares.
Jeydon repartió, y Justin jugó mi mano por mí. — ¿Has jugado cartas alguna vez?
— Ha pasado un tiempo. —Asentí.
— No se vale el Go Fish, Pollyanna. —dijo Jeydon, mirando sus cartas.
— Cierra la boca, Jey. —Soltó Justin, mirando a su hermano antes de volver su vista a mi mano— Estás buscando cartas altas, números consecutivos, y de la misma clase si eres muy afortunada.

En la primera mano Justin miró mis cartas y yo las suyas. Básicamente asentía y sonreía, jugando cuando me decían que lo hiciera. Ambos, Justin y yo perdimos, y mis fichas habían disminuido para el final de la primera ronda. Luego de que Jason repartiera, no le permití a Justin ver mis cartas. — Creo que lo tengo. —dije.
— ¿Estás segura? —Preguntó.
— Estoy segura, bebé. —Sonreí.
Tres manos después, ya había recuperado mis fichas y bajado la de los demás con un par de Ases, una escalera y la carta más alta.
— ¡Mierda! —Se quejó Jeydon— ¡La suerte de principiantes apesta!

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