- Chapter 80 -

By Unknown - 21:05



Me acurruqué junto a Justin en busca de su calor mientras caminábamos del coche a la casa Sigma Tau. El aire estaba lleno de humo, pero cálido. La música resonaba desde el sótano y Justin asentía con la cabeza al compás de ella. Todo el mundo volteó simultáneamente. No estaba segura si estaban mirando porque Justin estaba en una fiesta de parejas, porque llevaba pantalones de vestir, o por mi vestido, pero todos nos estaban mirando.
Carly se inclinó para susurrarme en el oído.
— Estoy tan contenta de que estés aquí, ____. Me siento como si hubiera despertado en una película de Molly Ringwald.
— Me alegro de poder ayudar —me quejé. Justin y Chris tomaron nuestros abrigos y luego nos guiaron a través de la sala a la cocina. Chris tomó cuatro cervezas de la nevera y le dio una a Carly, y después a mí. Nos quedamos en la cocina, escuchando a los hermanos de fraternidad de Justin discutir su última pelea. Las hermanas de la fraternidad acompañándolos resultaron ser las mismas rubias tetonas que siguieron a Justin en la cafetería la primera vez que hablamos. Sania era fácil de reconocer. No podía olvidar el aspecto de su cara cuando Justin la empujó fuera de su regazo por insultar a Carly. Ella me miraba con curiosidad, estudiando cada una de mis palabras. Sabía que estaba curiosa del por qué Justin Bieber me encontró irresistible y me encontré a mí misma tratando de demostrárselo. Mantuve mis manos sobre las de Justin, añadiendo bromas inteligentes en los momentos precisos de la conversación, y bromeando con él sobre sus nuevos tatuajes.
— Amigo, ¿tienes el nombre de tu chica en tu muñeca? ¿Qué diablos te poseía para hacer eso? —dijo Brad.
Justin orgullosamente volteó su mano para revelar mi nombre. 
— Estoy loco por ella —dijo, mirando con ojos cálidos.
— Apenas la conoces. —se burló Sania.
Él no quitó sus ojos de los míos. — Pasamos todo el tiempo juntos. La conozco. —Frunció el ceño— Pensé que el tatuaje te había molestado. ¿Ahora estás presumiéndolo?
Me incliné para besar su mejilla y me encogí de hombros. — Cada vez me gusta más.

Chris y Carly se dirigieron escaleras abajo y nosotros los seguimos, tomados de la mano. Los muebles habían sido empujados a lo largo de las paredes para así formar una improvisada pista de baile, y cuando bajábamos las escaleras, una canción lenta comenzó a tocar. Sonreí y presioné mi mejilla contra su pecho. Él extendió su mano contra mi espalda, cálida y suave ante mi piel desnuda.
— Todo el mundo te está mirando en este vestido —dijo. Miré hacia arriba, esperando ver una expresión tensa, pero él estaba sonriendo— Creo que es genial… estar con la chica que todo el mundo quiere.
Puse los ojos en blanco. — Ellos no me quieren. Sólo están curiosos por saber por qué tú me quieres. Y de todos modos, lo siento por cualquiera que piense que tiene una oportunidad. Estoy desesperadamente y completamente enamorada de ti.
Una mirada de dolor oscureció su rostro. — ¿Sabes por qué te quiero? No sabía que estaba perdido hasta que tú me encontraste. No sabía lo que era estar solo hasta la primera noche que pasé sin ti en mi cama. Tú eres lo único que he hecho bien. Tú eres lo que he estado esperando, Pigeon.
Me estiré para tomar su rostro entre mis manos y él envolvió sus brazos alrededor de mí, levantándome del suelo. Apreté mis labios contra los suyos, y él me besó con toda la emoción de lo que acaba de decir. Fue en ese momento que me di cuenta de por qué se había hecho el tatuaje, por qué me había elegido a mí y por qué yo era diferente. No era sólo yo, y no era sólo él, la excepción era que estábamos juntos. Un ritmo más rápido vibró a través de los altavoces, y Justin me puso sobre mis pies. — ¿Todavía quieres bailar?
Carly y Chris aparecieron junto a nosotros y yo levanté una ceja. — Sólo si piensas que me puedes seguir el ritmo.
Justin sonrió. — Pruébame.
Moví mis caderas contra las de él y pasé la mano por su camisa, desabrochando los primeros dos botones, Justin se echó a reír y sacudió la cabeza, y me di la vuelta, moviéndome contra él al ritmo de la música. Me agarró de las caderas y estiré mi mano, agarrando su trasero. Me incliné hacia adelante y él hundió los dedos en mi piel. Cuando me levanté, colocó sus labios en mi oído.
— Sigue así y nos vamos a ir temprano.

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