{ Capítulo 25 } Maratón 7/10

By Unknown - 14:17



—Dame un poco de piel, Harp —dijo Mase, levantando la mano
para chocar los cinco. Ella se tambaleó hacia atrás y golpeó tan fuerte
como pudo, y él fingió retroceder en agonía, dándose la vuelta en el sofá.
Su risa llenó la habitación como las burbujas, y todos participamos. Gracias
a Dios por Harper, porque de lo contrario, esto podría haber sido una
situación muy incómoda.
—Justin, ¿por qué no le das a _____ un recorrido por la casa? —dijo
John. Probablemente tomaría varios años, al menos.
—Claro —dijo Justin—. ¿Quieres venir, Seven?
—¿Puedo? —Harper miró a su padre con grandes ojos suplicantes.
—Por qué no dejamos que _____ y Justin hagan el tour y luego
puedes mostrarle tu habitación.
—Está bien —dijo Harper, claramente disgustada.
—Volveremos pronto —le dije.
—¿Lo prometes?
—Promesa de meñiques —le dije, extendiendo el mío. Los cruzamos,
y ella volvió a sonreír.
—Justin —dijo John. Justin asintió en comprensión. Espera, ¿qué?
—¿Vamos? —dijo Justin, estirando su brazo para que me vaya
primero, inclinándose ligeramente.
Le di un pequeño adiós a Harper antes de que diéramos la vuelta a
la esquina y paráramos en un largo pasillo con una escalera gloriosa. Me
quedé mirando la puerta del estudio, con la esperanza de que Joe saliera,
pero no pasó nada.
—Voy a rasgar tus brazos y te voy a estrangular con ellos —le susurré
a Justin cuando estaba segura de que nos encontrábamos fuera del
rango de audición.
—Así que este es el pasillo —dijo Justin, ignorándome—. Ascensor, si
alguna vez lo necesitas.
—Ni siquiera estás escuchando. ¿Cómo no me lo dijiste? —Comenzó
a caminar por el pasillo.
—Hay una sala de música regresando aquí…
Tiré de su brazo para detenerlo.
—¿Cómo pudiste no decírmelo?
::
:

Todavía no me miraba. Extendí la mano y agarré su barbilla, girando
su cara obstinada así podía mirarlo a los ojos.
—Vamos —dijo.
—No, quiero hablar de esto.
—Lo haremos, pero no aquí.
Me tomó la mano y me llevó detrás de él por las escaleras. Vi un
montón de cuadros decorativos y muebles que no procedían de Ikea::.
Bajamos a otro pasillo, y me llevó a una habitación, cerrando la puerta
rápidamente.
—Este es mi cuarto —dijo.
Me distraje un momento de gritarle. Se parecía mucho a nuestra
habitación en la escuela, sólo que el tamaño era doce veces más grande.
Limpio, ordenado y con colores oscuros. Pizarra, negro y azul. Había unos
pocos carteles de bandas, como The Goo Goo Dolls y Matchbox ::.
—No te lo dije porque te conozco y sabía que ibas a flipar.
—¿Así que ocultármelo era una idea mejor? —Deseaba no ponerme
tan loca ya que le derramaría que lo había espiado.
—Parecía en el momento —dijo, sacando una silla de detrás de un
enorme escritorio. Se veía como algo que un escritor viejo y malhumorado
usaría para componer obras maestras en su máquina de escribir—. Ahora
ya no estoy tan seguro. Estás volviéndome loco de todos modos.
Levanté las manos en señal de frustración.
—¿Cómo se supone que iba a reaccionar? No sólo me has ocultado
esto —le dije, señalando a la situación general de la casa siendo
jodidamente enorme—, es que siento como si no te conociera. Hay una
parte enorme de toda tu vida y no tenía ni idea. Y te encuentras con un
tipo llamado Joe sobre algo misterioso, y si te conociera mejor, diría que
estuviste involucrado con la mafia.
—¿Por qué te importa? —Esa era la pregunta del millón. ¿Por qué me
molesta tanto?
—Porque tú eres mi compañero de cuarto —le dije, vacilante.
IKEA es una corporación multinacional neerlandesa de origen sueco dedicada a la
venta minorista de muebles y objetos para el hogar y decoración, a bajo precio y diseño
contemporáneo
::

—Esa no es una razón suficiente. No lanzarías un berrinche si te
enteraras de que Darah o Renee vivieran aquí o mantuvieran reuniones
secretas con un tipo llamado Joe. Así que, ¿por qué yo?
—Porque sí.
—Esa no es una razón. —Se levantó de su silla y se puso delante de
mí, nuestros pechos a sólo unos centímetros de distancia. Inclinó la cabeza
para mirarme a los ojos.
—Creo que es porque te gusto. Por mucho que prefieras ahogarte a
muerte que admitirlo. Y quieres saber cosas sobre la gente que te gusta.
Quieres saber lo que hacen cuando nadie está mirando, qué película les
hace sentir mejor cuando están enfermos, lo que realmente quieren ser
cuando sean grandes. ¿Tengo razón?
Se encontraba tan cerca, cada vez que yo respiraba podía olerlo.
Uno pensaría que después de compartir una habitación con él durante
varias semanas, estaría acostumbrada a su olor, pero parecía haberse
vuelto aún más potente. Tuve que cerrar los ojos por un momento para
conseguir un poco de compostura.
—No, Justin. No me gustas.
—Bien. No me gustas tampoco.
Respiramos al unísono por un momento, y en ese momento, el
mundo se detuvo y éramos las únicas dos personas en él. Abrí los ojos y me
dejé perder en los suyos azules. La mayoría de las veces los evitaba. Eran
hipnóticos, y no me gusta ser atrapada mirando fijamente.
—No. Me. Gustas —dijo, trayendo su rostro una fracción más cercana
con cada palabra. No podía hablar, ni respirar, ni pensar.
Nuestros labios se encontraban tan cerca que podía sentir lo
caliente que estaban. Exhaló una vez y se apartó. Era como si alguien
hubiera roto una goma elástica en mi cerebro. Se apartó de mí.
—No me gustas —dijo de nuevo. No estaba segura de si trataba de
convencerme a mí o a él mismo.
—Ya lo dijiste —finalmente logré decir.
—Bueno, es cierto.
—Lo sé.
—Así que, vamos a ver el resto de la casa.
—Está bien. —Como un robot lo seguí fuera de su dormitorio.
::
No me gustas.
No me gustas.
No me gustas.
Bueno, no me gusta él tampoco. No había ni una palabra para lo que sentía por Justin.

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios