{ Capítulo 32 }

By Unknown - 21:10



—Luz verde.
—No.
—Sí —susurró, alcanzándome para agarrar mis hombros—. Sólo di
que sí. Di que estarás conmigo.
—No puedo.
—¿Por qué no?
—No puedo, Justin. No me vuelvas a preguntar.
—Aw, Missy. ¿Por qué me haces esto?
—Lo siento. —Mi voz se quebró y temía que iba a llorar. No, no iba a
llorar. Me prometí a mí misma que ningún chico, ningún hombre, jamás me
haría llorar. Y era por eso—. Lo siento —dije antes de salir corriendo de la
habitación.
—¿Qué va mal? —dijo Renee desde el sofá donde estaba instalada
con sus libros de enfermería.
—Nada. Voy a dar un paseo.
—Pero está lloviendo.
—¿Y? Tengo un paraguas. —Lo agarré de donde lo había colgado
en la puerta.
—No lo abras adentro —dijo Justin desde el pasillo—. Es mala suerte.
No respondí mientras salía de allí tan rápido como pude.
Caminé alrededor del campus por dos horas, sólo pensando y
mirando el anillo. Todavía estaba en mi dedo. Él había dicho que sólo era
un anillo, un anillo de disculpas, pero era muchísimo más que eso. Los
anillos eran simbólicos. Los anillos eran en círculos. Los círculos jamás
terminaban, por lo cual eran símbolos de eternidad. Sin principio ni fin.
Dios, era tan hermoso. ¿Cómo había sabido él? Por supuesto, yo
tenía un montón de mierda sobre pavos reales, pero la manera en que él
lo había juntado era simplemente perfecta. Había estado planeando esto
por un tiempo. ¿Cuánto tiempo? Otra pregunta que se me había ocurrido
preguntarle mientras estaba en mi paseo. El campus se hallaba desierto,
viendo que era demasiado tarde para la mayoría de las clases y llovía.
La lluvia no me molestaba. Justin lo hacía. Mis sentimientos por
Justin me molestaban más que nada.
No terminé llorando, pero llegué muy cerca de eso. No podía
recordar la última vez que había llorado. Jamás he sido una llorona, y
::
luego de que todo eso pasara, era como si alguien hubiera apagado la
válvula en mis conductos lagrimales.
Quería golpearlo otra vez. Quería romper cosas y gritar, así que en
lugar de eso seguí caminando. Caminé hasta que había recorrido el
campus de un lado al otro, y mis zapatos estuvieron empapados. No había
pensado en ponerme mis botas de lluvia súper lindas que había comprado
sólo unas semanas atrás. Qué desperdicio.
El anillo pesaba un millón de kilogramos para cuando llegó el
momento en que tuve que volver al apartamento. Bajé la mirada a él una
vez más. Guau. Sólo guau.
Estaban cenando cuando entré.
—Él no está aquí. Se fue a quedar con Mase esta noche —dijo Renee
antes de que siquiera llegara a la puerta—. ¿Qué te hizo?
—Esto —dije, levantando mi mano. Hubo un sonido conmovedor
mientras Renee tiraba su plato.
—Está en su mano derecha —señaló Darah.
—Oh —dijo Renee, inclinándose para agarrar el plato—. Entonces
rompí un plato por nada.
—No es exactamente nada —dije, quitándome las zapatillas y
medias empapadas y dejando mi paraguas para que se seque al lado de
la puerta.
—Déjame ver —dijo Renee, agarrando mi mano.
—Mierda. Esa es una piedra. Estoy bastante segura de que esto fue
lo que hundió al Titanic.
—Es precioso, Tay —dijo Darah.
—No sé qué se supone que haga con esto.
—Duh, úsalo y haz al resto de la población femenina celosa. Justin
Bieber no les compra anillos a las chicas. Esa no es una cosa que sólo
pasa —dijo Renee.
—¿Cómo lo sabrías?
—No hay razón —dijo ella, volviendo a bajar la mirada al anillo.
—¿Qué has oído?
—Oh, sólo que es un playboy. Una de las chicas en mi clase de
biología tenía una amiga que se quemó un poco por él. Estaba un poco
amargada.
::
—Apuesto a que está subestimando. —Me preguntaba si era una de
las chicas cuyo número todavía seguía en el teléfono de él. Tal vez era
Chastity.
—¿Cómo era su nombre?
—¿Briana? ¿Britney? Algo que empezaba con B. Mierda, este es un
anillo.
Ciertamente lo era.
—¿Estás segura de que no lo quieres? Porque yo estaría feliz de
quitártelo de las manos.
—¿Qué pasa con Paul? —dijo Darah.
—¿Qué pasa con Paul? —espetó Renee.
—No te hagas la tonta, Ne. Sé que te llamó y que hablaron.
Dormimos en la misma habitación.
¡Sí! La atención estaba en alguien más para variar. Me quedé
callada, dejando a Renee acosada de preguntas por Darah hasta que
ella soltó que Paul la había llamado y quería reunirse.
—No lo sé.
—¿Por qué no lo invitas a que venga para una de nuestras noches
de comida comunitaria? Entonces no habrá tanta presión —dije.
—Supongo.
—Hazlo —dijo Darah—. Ahora mismo.
—Bien, bien. Tranquila. —Sacó su teléfono y envió un mensaje—. Listo.
—¿Feliz?
—Rebosante —dijo Darah.
—Entonces, de vuelta al anillo —dijo Renee.
Suspiré y se los mostré otra vez.
***
No vi a Justin hasta la noche siguiente cuando volvió de sus clases.
Yo todavía llevaba puesto el anillo. Había recibido cumplidos por él
todo el día, y más de una de mis compañeras de clase mujeres me habían
::
preguntado si estaba comprometida. Tuve que tragar fuerte y decirles que
no.
Además. Justin había dicho que él no creía en el matrimonio. Yo no
veía que fuera tan grandioso, tampoco. Mis padres estaban divorciados,
junto con una mitad de la población casada. La idea de que había una
persona perfecta destinada para cada uno de nosotros sonaba
demasiado perfecta. Era un cuento de hadas, y no la realidad. No que no
me gustara disfrutar del ocasional cuento de hadas de vez en cuando,
sólo que sabía que tenía que volver a la realidad.
—¿Debería asumir que ya que todavía estás usándolo te gusta y no
quieres que se vaya?
—Sí, me gusta. Sólo que es innecesario. Sólo pedí chocolate.
—Tenía un montón de imbecilidades que compensar.
—Eso es cierto, pero no creo que valiera varios miles de dólares.
—No sabes cuánto costó el anillo.
—No, pero no soy idiota. Puedo buscar en Internet al igual que todos.
Podría descubrir cuánto sale cada una de estas piedras, hablando en
general, y luego averiguar por el ajuste y la mano de obra, y demás.
¿Qué? Tú no me lo dijiste.
—Eres una de las chicas más curiosas que jamás he conocido. Tienes
que simplemente saberlo todo.
—La curiosidad no es un pecado.
—Una lástima —dijo. Luché contra el impulso de sacarle la lengua,
pero eso era juvenil, y yo era adulta—. No te olvides, tenemos mediación
esta noche a las siete.
—Mierda. —Me había olvidado. Esto debería ser divertido.
—Podríamos hacer un pacto de ir y sólo sentarnos allí y no decir
nada como en El indomable Will Hunting.
—Pagaría una buena cantidad por verte en silencio por una hora
entera. Casi tanto como lo que costó este anillo.
—No quiero el anillo de vuelta. Perdería esa apuesta sólo para que
no me lo devolvieras.
—¿Por qué, Justin? De acuerdo a mi búsqueda este anillo vale
tanto como Sassy. Si no pudiste encontrar residencia, entonces ¿de dónde
diablos sacaste el dinero?
::
—Bueno, señorita Caldwell, prefería discutir estos asuntos en nuestra
mediación. Creo que es un ambiente más apropiado, ¿no le parece? —
dijo con una sonrisa. Oh, era simplemente exasperante.
—Voy a darme una ducha. Asegúrate de sacarte el anillo antes de
unirte a mí en ella.
—Jamás. Jamás va a pasar —grité mientras se metía en nuestro
cuarto.
Oh, pero podría. Podía ser algo que podría pasar, si yo lo permitiera.
Bajé la mirada al anillo. No sabía si era mi imaginación que parecía
hacerse más grande cuanto más lo usaba. La semana siguiente iba a
despertar y sería del tamaño de una pelota de fútbol y todos los huesos de
mis dedos estarían rotos por él. Luego tendría que hacerme cirugía y
probablemente nadie sería capaz de volver mis dedos a la normalidad y
tendría un dedo enrollado por el resto de mi vida y una loca historia que
contar.
Estaba pensando demasiado en esto.
Justin estuvo en silencio durante la cena, como si me estuviera
demostrando que podía estar en silencio. No estaba muy impresionada. Si
podía hacer eso por un día entero, entonces eso sería algo impresionante.
Renee estaba fuera para otra sesión de estudio y Darah había salido
con Mase, así que sólo éramos nosotros dos.
—Oye —dijo cuando terminábamos—, te queda genial. Me alegra
que te guste.
¿A quién podría no gustarle? —Gracias —dije otra vez. Parecía ser la
única respuesta normal que podía pensar con respecto al anillo.
—Tienes que dejar de decir eso.
—¿Por qué? —pregunté.
—Porque me hace sentir extraño.
—¿Extraño cómo?
Dijo que no íbamos a discutir sobre el anillo hasta nuestra mediación,
pero aquí estábamos.
—No parece suficiente. Ver tu rostro cuando abriste la caja me hace
querer comparte un millón de cosas sólo para poder ver esa mirada todos
los días.
—Lo juro por Dios, que si me compras algo más, te mataré.
::
—Y eso. Me encanta que te molestes por esto, pero lo ames al mismo
tiempo. Es adorable.
—Muérdeme.
—Qué chica más encantadora. ¿No te enseñaron a no decir cosas
como esa al terminar la escuela?
—Extrañé kickboxing la semana pasada, y ahora mismo realmente
me gustaría patear algunas cajas. Creo que te gustaría protegerte.
—¿Es así como lo llaman los niños hoy en día? —dijo, tomando
nuestros platos y yendo al fregadero. Era turno de Darah de lavar, lo que
haría tan pronto como volviera de su cita. Se metía en la tabla de tareas
como si fuera su religión.
Justin se metió en nuestra habitación y agarró su guitarra.
—¿Tienes alguna solicitud?
—Rhapsody in Blue —dije, más o menos siendo sarcástica.
—¿Te di un hermoso anillo y algo de chocolate y ahora quieres Rhapsody in Blue? Eres una chica exigente, Missy.
—Bien. Toca lo que quieras.
Y entonces ocurrió. Era una versión simplificada, pero aun así era
Rhapsody in Blue. Hizo que Gershwin se sintiera orgulloso. Por supuesto, no
era la sinfonía de veinte minutos, pero fue decente. Justin hizo las
transiciones de una sección a la otra a la perfección. Era un genio musical.
Terminó la canción y me sonrió.
—Siguiente.
—¿Por qué no eres músico profesional? —Había perdido rastro de
cuántas veces le había preguntado eso. Siempre hacía algún comentario
sobre su tío y tener una buena carrera y otras cosas que podía darme
cuenta que sólo escupía. Sonaba como un consejero cuando hablaba
sobre eso, por lo cual yo sabía que era una total mentira.
—Preferiría tener un trabajo lucrativo como abogado en lugar de
decir "¿Quieres acompañarlo con papas fritas?" que es lo que estaría
haciendo como músico.
—¿Y qué tal educación musical? —Lo había visto con Harper,
intentando enseñarle algunas notas. También había visto una guitarra rosa
en la habitación de ella que tenía la sospecha de que él le había
comprado.
::
—¿Yo en una habitación con niños? ¿Hablas en serio?
—Eres genial con Harper.
—Es sólo una niña y es diferente.
—¿Cómo?
—Sólo lo es. Es especial.
—Creo que serías bueno en eso.
Comenzó a rasguear una melodía al azar. ¿Ahora quién desviaba el
tema?
—Hora de nuestra mediación, señorita Caldwell.
—Después de usted, señor Bieber.
Bajamos las escaleras hacia el cuarto de Chris, nuestro administrador
de residencia. Chris tenía alrededor de veinticinco y era estudiante de un
posgrado en algún campo de la ingeniería que yo no podía comenzar a
entender. Era bueno, pero extraño. Podía darme cuenta que sólo lo hacía
por la vivienda gratis y la remuneración que le pagaban.
—Hola, Justin, _____. ¿Cómo están?
—Bien —dijimos ambos a la misma vez. Le dirigí una mirada a Justin.
Me guiñó un ojo.
Nos sentamos en el sofá, y Chris sacó su anotador. De vez en cuando
hacía notas mientras hablábamos, como si fuera un terapeuta o algo.
Estaba muriendo por saber lo que había escrito sobre nosotros, pero todos
mis intentos por robar dicho anotador habían sido inútiles. Tal vez podía
meter a Justin en esto y que me ayudara con una distracción.
—Empecemos. ¿Cómo ha estado esta semana?
—Fabulosa —dije con una voz inexpresiva.
—Ha estado genial para mí —dijo Justin.
—Bien —dijo Chris, bajando la mirada a sus notas—. ¿Tienen algún
asunto que sienten que deberíamos discutir?
—¿Qué tal sobre el hecho de que no dejas de besarme? —dijo
Justin, girándose hacia mí.
—¿Qué tal sobre el hecho de que gastaste miles de dólares en un
anillo hecho a medida y luego esperaste que dijera gracias, y estemos
juntos y viviéramos felices para siempre? ¿Qué tal eso? ¿Qué tal sobre el
::
hecho de que tuviste una extraña reunión con un tipo llamado Joe de la
cual no me contarás?
—Uh, vamos, uh, vamos a mantenernos encaminados —dijo Chris,
tambaleándose.
—¿Qué tal sobre el hecho de que me deseas, yo te deseo y por
alguna razón, es imposible que estemos juntos, según tú?
—Todavía no me has respondido acerca de Joe.
—Tú no me dijiste por qué no podemos estar juntos. —Estábamos
frente a frente. Su cara se estaba poniendo roja, y estaba segura de que la
mía también.
—Porque no.
—Esa no es una jodida razón, _____. —Escupió mi nombre.
—El lenguaje —dijo Chris—. Vamos a tranquilizarnos por un momento.
¿Necesito volver a traer el palo del habla otra vez?
—No —dijimos ambos a la vez.
Durante nuestra primer sesión él nos había hecho sostener este
estúpido palo, que en realidad era un bastón, para poder practicar lo de
hablar en turnos. Había terminado conmigo golpeando a Justin con dicho
palo y él riendo.
Realmente quería golpearlo otra vez, pero no quería meterme en
problemas. Chris nos había ignorado durante la primera agresión con el
palo del habla, pero no creía que fuera a ser tan indulgente por una
segunda vez.
—No quiero ser agredido otra vez.
—Yo no te agredí.
—Missy, realmente no quiero discutir la definición legal de agresión
contigo ahora mismo.
—¿Por qué no empezamos contigo, Justin? ¿Qué te ha estado
molestando esta semana?
Justin ignoró a Chris.
—Tienes miedo. Tienes miedo de este gran y oscuro secreto que
llevas encima. Es la razón por la que no confías en la gente, la razón por la
que levantas este cartel luminoso que dice "No te acerques a mí o te
patearé las pelotas". Es la razón por la cual no quieres darle a esto una
oportunidad. Quiero saber qué es eso.
::
—No. —Podía gritar y besarme y hacer lo que quisiera, pero no iba a
discutir eso con él. Lo único peor sobre él sabiendo y luego huyendo sería
que lo aceptara. ¿Entonces qué? No me quedaría nada. No tendría más
razones para decir que no.
—¿Ves? Esto es lo que tengo que soportar. Está satisfecha intentando
extirparme mi secreto, pero si cualquiera intenta acercarse al suyo, levanta
más paredes que una prisión de máxima seguridad.
—_____, ¿por qué no respondes?
—No es asunto suyo.
—Eres mi asunto. Te hice mi asunto. Quiero que seas mi asunto.
—Yo no. Eso es todo. Me desea, y no quiero estar con él y no puede
aceptarlo. Eso es todo.
—¿Es verdad, Justin?
—Por favor, eso es pura mierda.
—Lenguaje.
—Hablaré como me guste, gracias. Es mierda porque sigue
besándome y coqueteando conmigo y bailando conmigo. O te diviertes
como el infierno metiéndote conmigo, o te gusto pero tienes miedo. Voy
por la segunda. —Le había dado en el clavo, pero no iba a decirle eso.
—Me gusta meterme contigo —dije.
—Pruébalo.
—Muérdeme.
—Bien, vamos a ser más específicos. ¿Hay algo que Justin haga que
podamos discutir específicamente para resolverlo? —Claramente no había
estado escuchando, o estaba leyendo un libreto. Probablemente lo
segundo.
—No puede dejar de intentar verme desnuda. Eso sería un comienzo.
—Justin, ¿tienes una respuesta?
—Si tuviera sexo conmigo, entonces ese problema estaría resuelto.
Además, haría que me fuera. Dos pájaros de un tiro, Missy.
—Vete a la mierda.
—Por favor, mantengámoslo civilizado. —Chris intentaba mantener el
control, pero jamás lo había tenido para comenzar—. Intentemos un juego
de comunicación. —No un juego. No sabía de dónde había sacado estas 
cosas...

  • Share:

You Might Also Like

0 comentarios