{ Capítulo 29 } Capítulo Extra

By Unknown - 14:36



Al parecer Renee había tenido una pelea con su madre y
había decidido regresar al apartamento el sábado en lugar
de quedarse en casa. Nos había enviado mensajes de texto
para hacernos saber, para que no nos asustáramos de encontrarla allí,
pero ninguno de nosotros había estado prestando atención a nuestros
teléfonos. No le habíamos prestado atención a nada de nada que no
fueran los labios del otro.
Justin y yo nos habíamos alejados uno del otro, sin aliento y todavía
llenos de la energía del beso. No estaba segura de si alguna vez iba a
recuperarme de este tipo de beso explosivo.
—¿Qué pasó con el sillón? —preguntó Renee.
Por alguna razón, miré por encima de Justin, que se encontraba de
espaldas en el suelo, mirando hacia el techo. Me miró a los ojos y sonrió.
Los dos nos echamos a reír y una vez que empezamos, no pudimos parar.
—Está bien, entonces. Me voy a la cama. Ustedes pueden, em... sí.
Sólo no sean demasiado ruidosos. Realmente no quiero escuchar nada.
¿Saben qué? Me voy a poner tapones para los oídos. Adelante.
Corrió a su habitación y cerró la puerta.
Justin y yo nos tumbamos de espaldas, preguntándonos qué
demonios acababa de pasar.
—Sólo porque te haya besado no significa que me gustes. Todavía
no me gustas.
—Sí, porque me beso con chicos que no me gustan todo el tiempo.
::
:

—Te dije que no salía con chicas que me gustaban. Así que ahí lo
tienes. No me gustas.
—Tiene una muy extraña forma de demostrarlo, Sr. Bieber.
—Usted tiene unos deliciosos labios, señorita Caldwell.
Y me besó. Tan deliciosamente que no pude recordar por qué nos
habíamos dejado de besar. Oh, cierto. Renee había entrado. Oops.
De alguna manera tuve la oportunidad de levantarme por mi propia
cuenta del suelo e ir al sillón. Justin estaba todavía en el suelo, con los ojos
cerrados y su mano frotando círculos sobre su tatuaje.
—Me voy a la cama —espeté.
Era tarde y estaba cansada. Por supuesto, si él quería seguir
haciéndolo, encontraría la energía en alguna parte.
Oh mi Dios. Besé a Justin.
La realidad cayó sobre mí, y corrí hacia el baño. No iba a vomitar,
pero así me sentía.
No se suponía que debía estar besándome con Justin. No se
suponía que debía estar besándome con nadie.
Recargué mis manos sobre el lavado y miré mi cara en el espejo. Me
sorprendí al encontrar que mis labios no se encontraban magullados. Se
sentían como si hubiesen sido devastados por él. Mi cabello había
conseguido desordenarse, de alguna manera. Parecía como si hubiera
tenido una noche difícil.
La tuve.
Encendí el agua fría y me lavé la cara. Quería tomar una ducha,
pero no sabía si tendría la energía suficiente. De repente, me encontraba
muy, muy cansada.
Fui al otro lado del pasillo hasta el dormitorio. Justin estaba en la
sala de estar con el Xbox prendido. Una vez que estaba sola en la
habitación, me puse mi pijama y me metí en la cama. Las sábanas frescas
no fueron suficientes para calmar mi piel febril. Estaba ardiendo, pero no
por enfermedad. Ardía por otra cosa. Metí mi aparato en la boca y agarré
un libro.
Mi cerebro no se centraba en las palabras. Mi cerebro no se
centraba en otra cosa más que en recordar la forma en que Justin me
había besado, como si fuéramos las últimas dos personas en la tierra y
fuera hora de nuestro último beso. Mi cerebro no se centraba en la manera
::
:

en que dijo que mis labios eran deliciosos y en cómo me había dicho que
era hermosa. No se centraba en todo menos el tacto de sus manos sobre
mi cuerpo, como si quisiera tocar cada centímetro de mí.
Negué con la cabeza, pero eso no ayudó. Apagué la luz y me puse
mi iPod, subiéndole volumen hasta el tope, así tal vez mi cerebro no se
distraería. De alguna manera ayudó, y el dolor en mis oídos servía por lo
menos como distracción.
Una hora más tarde, escuché cómo Justin entraba en la habitación.
Tropezó alrededor, quitándose la ropa con menos gracia de la normal.
Tenía la sensación de que todavía se encontraba un poco intoxicado.
Suspiró ruidosamente cuando se metió en la cama.
—¿Qué has hecho conmigo, Missy? —susurró, pensando que estaba
dormida.
¿Qué me había hecho él a mí? Esa era la pregunta.
Me había destrozado. Me rompió en un millón de pedazos. Y ahora,
tenía la esperanza de que fuera capaz de volver a juntar los pedazos.
***
—¡No! ¡No!
Un grito me despertó más tarde esa noche. Justin tenía otra
pesadilla, esta vez violenta. Estaba como loco, y tenía miedo de que se
fuera a caer de la cama y se lastimara.
—¡Justin, Justin!
Golpeé su hombro. No era fácil despertarlo cuando tenía una
pesadilla. Tomó tres golpes más antes de que sus ojos se abrieran y me
mirara parpadeando, con el pecho agitado.
—Estabas teniendo una pesadilla —le dije mientras luchaba por
recuperar el control—. ¿Estás bien? ¿Quieres hablar de ello?
—No.
—¿No, no estás bien, o no, no quieres hablar de eso?
—No a los dos.
Tomó varias respiraciones lentas. Me sentí estúpida allí de pie.
—Está bien, entonces. Voy a volver a la cama.
::
:

Me giré, pero tomó mi brazo para detenerme.
—No lo hagas. ¿Te quedarías conmigo? Yo sólo... por favor.
—¿Quieres que duerma contigo? Diablos, no.
—No estoy hablando de eso, Missy. Sólo quiero que te acuestes
conmigo. Sólo cállate y pásame mi bóxer.
Así lo hice y evitó mis ojos mientras lo deslizaba sobre sus caderas.
—Olvídalo. Sólo vete a la cama.
—No, no. Está bien.
La idea de tener los brazos de Justin a mí alrededor era a la vez
algo que quería y algo que me daba miedo. Sus ojos se encontraron con
los míos en la oscuridad.
—¿Te quedarás conmigo? Creo que voy a dormir mejor. Te juro que
no te haré daño.
Levantó las mantas y me subí. La cama era pequeña, pero Justin se
movió de modo que su espalda estaba contra la pared, así que tenía
suficiente espacio de mi lado, con mi espalda hacia él. Tiró de las mantas
hacia arriba.
—Buenas noches.
—Buenas noches —susurré.
Intentaba tocar lo menos posible, lo cual era casi imposible en la
pequeña cama. Tomé una respiración profunda y me acerqué más a él. Oí
una inhalación brusca antes de que mi espalda se encontrara con su piel.
Su brazo se acercó y me acunó. Estábamos en la burbuja de nuevo. El
mundo podría terminar y aún estaría aquí, así.
—Buenas noches, Missy —susurró en mi pelo.
Buenas noches, Justin.
***
Me desperté en la mañana con mi cara apretada contra el pecho
de Justin. De alguna manera en la noche había girado así que nos
encontrábamos cara a cara. Su mentón estaba encima de mi cabeza y su
brazo alrededor de mi espalda, sosteniéndome cerca. Uno de nosotros
había quitado la manta, y nuestras piernas se envolvieron alrededor de la
::
:

otra, como si de alguna manera nos hubiéramos torcido y hubiéramos
convertido en una sola persona durante la noche.
Sabía que debía moverme. Sabía que mis piernas no debían estar
envueltas alrededor de él. Que sus brazos no deberían estar cerca de mí y
que no debería sentirme como si estuviera exactamente donde se suponía
que debía estar por primera vez en mi vida.
Justin se movió un poco, así que sabía que se estaba despertando.
—Hola —dijo.
—Hola.
—¿Cómo sucedió eso?
Deduje que se refería a nuestra posición actual.
—No lo sé.
Ninguno de los dos se movió. Su mano comenzó a hacer círculos
perezosos sobre mi espalda.
—Me gusta despertar contigo en mis brazos —susurró, inhalando el
olor de mi pelo. Se veía tan vulnerable. Tan dulce. Sonrió, y sentí como si mi
corazón fuera a explotar. Esto no podía suceder.
Me aparté de él.
—Bueno, esta es la primera y última vez. Mi cama es más cómoda.
Me di la vuelta para poder levantarme de la cama. Me sostuvo por
un momento, pero luego me dejó ir. La burbuja estalló.
—Pero no me tienes en ella.
—Exactamente. Lo que significa que duermo mucho mejor.
No había tenido la mejor noche de sueño con Justin, pero el
despertar envuelta en él había más que valido la pena. Si sólo hubiéramos
tenido una cama más grande.
No. No iba a dejarme ir allí. Esto no iba a continuar. No lo podía
permitir. Los besos y eso llevaban a otras cosas.
Salí de la cama de Justin y estiré mis brazos, sintiendo como un
pedacito de felicidad se había roto y caído al suelo. Lo dejé allí, entre mis
ropas y libros, y me fui al baño a tomar una ducha.
Justin y yo no estuvimos alrededor del otro por el resto del día. Él
salió a jugar Ultimate Frisbee con Dev y Sean en la tarde, y yo decidí que
necesitaba un poco de terapia de compras, así que llamé a Megan.
::
:

—¿Tiempo de chicas? ¿Necesitas preguntar? —dijo.
La recogí en su apartamento, que tenía un montón de basura en el
patio y vasos de plástico vacíos ensuciando el porche.
—Los muchachos tuvieron un reventón anoche. Estoy cansada de la
limpieza.
—Me parece increíble.
Echó un vistazo a mi cara. —Bueno, ¿qué pasó? Tienes la mirada más
extraña en tu rostro.
—Justin me besó.
—¡¿Qué?! ¿Lo besaste de vuelta?
—Se podría decir eso.
—¡Lo sabía! —gritó mientras salía a la calle principal—. ¿Cómo fue?
¿Estuvo bien? Apuesto a que él sabía lo que hacía.
Oh, cómo sabía. —Hay más.
—No hiciste...
—No. Pero conocí a su familia y como que dormimos juntos anoche.
Como, en la misma cama. Sin sexo.
Sacudió la cabeza de lado a lado. —Maldita sea. Te mueves rápido.
—No es así, Meg.
Rodó los ojos. —Entonces, ¿qué se siente? Porque por lo general
cuando besas a alguien, conoces a sus padres y duermes en su cama,
significa que te gusta.
—No me gusta.
—Pero no te disgusta.
—Esa es una doble negación.
—Estás desviándote.
Justin habría dicho lo mismo.
—Sabes que no puedo acercarme a alguien así.
—No es que no puedas. Es que no lo harás. Esas son dos cosas
diferentes, _____.
—No para mí. Yo sólo... sólo no puedo. Cada vez que pienso en ello,
lo único que recuerdo es esa noche y lo que pasó.
::
:

—No debes permitir que una noche defina el resto de tu vida. No vas
a superarlo, nadie lo haría. Pero no puedes dejar que dicte quién eres y si
puedes amar a alguien. Eso es justo dejarlo ganar.
Megan no comprendía. No había estado allí esa noche. No había
visto esa cara. No había visto mientras él... No le había oído decir que me
iba a matar si alguna vez contaba algo. No tenía recuerdos oscuros que
afectaron todos los días de su vida. Entonces, ¿quién era ella para decirme
cómo lidiar con ellos?
—Él no ganó. Está en la cárcel.
—¿Por cuánto tiempo?
—Un tiempo.
Otros dos años, para ser exactos. En el momento en que saliera, yo
estaría lista por si él venía por mí. No sería una víctima dos veces. Lo que
me recuerda, no había asistido a las clases kickboxing en algunos días.
Tendría que hacer un mayor esfuerzo para llegar a las clases.
—¿Qué vas a hacer cuando salga?
—Estar lista. Si viene por mí, entonces que así sea. No va a salir vivo.
—Realmente no lo matarías.
—Sí, lo haría.
Puedo decir esto sin temor ni reservas. Él no merecía vivir. Nunca le
va a hacer daño a nadie más, si tengo algo que ver. Yo era demasiado
joven cuando sucedió, pero ya no era una niña.
—Eso me asusta, Tay.
Me encogí de hombros. Nunca dije que fuera una santa.
Cambié de tema lo más rápido que pude, pero seguía viendo cómo
Meg me observaba. Como si yo fuera a sugerir ir a una tienda de artículos
deportivos y fuera a comprar un arma de fuego en ese mismo momento.
Oh, tenía planes para eso. Iba a pedir clases de tiro para la Navidad de
parte de Tawny. Tenía una pistola de perdigones, pero quería aprender a
usar un arma adecuada. Nunca se puede ser demasiado cuidadoso.
El día no fue una pérdida total, ya que revoloteábamos de tienda en
tienda en busca de ofertas y probábamos los pendientes y lociones de
prueba.
—¿Qué piensas de este?

  • Share:

You Might Also Like

4 comentarios