EPíLOGO

By Unknown - 16:18



Justin me apretó la mano cuando contuve la respiración. Traté de mantener mi cara tranquila, pero cuando me encogí, su dominio se hizo más fuerte. El techo blanco estaba empañado en algunos lugares por manchas de filtración. Aparte de eso, la habitación estaba impecable. Ningún desorden, no había utensilios esparcidos. Todo estaba su lugar, lo que me hizo sentir medianamente a gusto con la situación. Había tomado la decisión. La llevaría a cabo.
— Bebé… —dijo Justin, frunciendo el ceño.
— Puedo hacer esto —le dije, mirando a las manchas en el techo. Salté cuando dedos tocaron mi piel, pero traté de no tensarme. Podía ver la preocupación en los ojos de Justin cuando comenzó el zumbido.
— Pigeon —comenzó Justin de nuevo, pero negué con la cabeza con desdén.
— Está bien. Estoy lista. —Sostuve el teléfono lejos de mi oído, haciendo una mueca tanto por el dolor como por la conferencia inevitable.
— ¡Te voy a matar, ____ Ross! —Exclamó Carly— ¡Matar!
— Técnicamente, es ____ Bieber, ahora —dije, sonriéndole a mi nuevo marido.
— ¡No es justo! —Se quejó ella, la ira hundiéndose en su tono— ¡Se suponía que debía ser tu dama de honor! ¡Se suponía que debía ir de compras por el vestido contigo y lanzar una fiesta de despedida de soltera y sostener tu ramo!
— Lo sé —dije, viendo desvanecerse la sonrisa de Justin cuando hice una mueca de dolor otra vez.
— No tienes que hacer esto, lo sabes —dijo, sus cejas se unieron entre sí.
Apreté sus dedos con mi mano libre. — Lo sé.
— ¡Eso ya lo dijiste! —Gritó Carly.
— No estaba hablando contigo.
— Oh, estás hablando conmigo —se quejó ella— Por supueeesto que estás hablando conmigo. Nunca vas a oír el final de esto, ¿me oyes? ¡Nunca, jamás te perdonaré!
— Sí lo harás.
— ¡Tú! ¡Eres una...! ¡Eres simplemente egoísta, _____! ¡Eres una terrible mejor amiga!
Me eché a reír, haciendo que el hombre sentado a mi lado se sacudiera.
— No se mueva, Sra. Bieber.
— Lo siento —dije.
— ¿Quién fue ese? —Gruñó Carly.
— Ese fue Griffin.
— ¿Quién diablos es Griffin? Déjame adivinar, ¿invitaste a un desconocido a tu boda y no a tu mejor amiga? —Su voz se hacía más aguda con cada pregunta.
— No. Él no fue a la boda —dije, aspirando una bocanada de aire.
Justin suspiró y se movió nervioso en su silla, apretando mi mano.
— Se supone que debo hacer esto, ¿recuerdas? —le dije, sonriéndole a través del dolor.
— Lo siento. No creo que pueda soportar esto —dijo, con voz llena de angustia. Relajó su mano, mirando a Griffin— Date prisa, ¿quieres?
Griffin negó con la cabeza.
— Cubierto de tatuajes y no puede soportar que su novia consiga una simple inscripción. Terminaré en un minuto, camarada.
El ceño fruncido de Justin se profundizó. — Esposa. Ella es mi esposa.
Carly jadeó una vez procesada la conversación en su mente.
— ¿Te estás haciendo un tatuaje? ¿Qué está pasando contigo, ____? ¿Respiraste humos tóxicos en el incendio?
Miré hacia abajo a mi estómago, a la confusa mancha negra justo en el interior de mi hueso de la cadera y sonreí.
— Justin tiene mi nombre en su muñeca —aspiré otra bocanada de aire cuando el zumbido continuó. Griffin secó la tinta de mi piel y empezó de nuevo. Hablé a través de mis dientes— Estamos casados. Quería algo, también.
Justin sacudió la cabeza. — No tenías que hacerlo.
Entrecerré los ojos. — No empieces conmigo. Hemos hablado de esto.
Carly se echó a reír una vez. — Te has vuelto loca. Te voy admitir en el asilo al llegar a casa. —Su voz era aún perforante y exasperada.
— No es tan loco. Nos amamos el uno al otro. Hemos estado viviendo prácticamente juntos dentro y fuera de todo el año. ¿Por qué no?
— ¡Porque tienes diecinueve, idiota! ¡Porque te fuiste y no le dijiste a nadie, y porque no estoy allí! —Exclamó.
— Lo siento, Carly, me tengo que ir. Nos vemos mañana, ¿de acuerdo?
— ¡No sé si quiero verte mañana! ¡No creo que quiera ver a Justin nunca más! —Se burló.
— Te veré mañana, Carly. Sabes que quieres ver mi anillo.
— Y tu tatuaje —dijo, con una sonrisa en su voz.
Colgué y cerré el teléfono, entregándoselo a Justin. El zumbido se reanudó de nuevo, y mi atención se centró en la sensación de ardor seguido por el segundo dulce de alivio cuando limpiaba el exceso de tinta. Justin empujó mi teléfono en su bolsillo, agarrando mi mano entre las suyas, inclinándose hasta tocar su frente con la mía.
— ¿Te asustaste así de mucho cuando te hiciste tus tatuajes? —Le pregunté, sonriendo a la expresión de aprehensión en su rostro.
Se movió, parecía sentir mi dolor mil veces más que yo.
— Uh... no. Esto es diferente. Esto es mucho, muchísimo peor.
— ¡Listo! —Dijo Griffin con un gran alivio en su voz como el reflejado en el rostro de Justin.
Dejé que mi cabeza cayera hacia atrás en la silla. — ¡Gracias a Dios!
— ¡Gracias a Dios! —suspiró Justin, acariciando mi mano.
Miré hacia abajo a las hermosas líneas negras en mi piel enrojecida e inflamada: Sra. Bieber
— Vaya —dije, levantándome sobre los codos para tener una mejor visión. El ceño fruncido de Justin al instante se convirtió en una sonrisa triunfal
— Es hermoso.
Griffin negó con la cabeza. — Si tuviera un dólar por cada esposo tatuado nuevo que trae a su esposa aquí y se lo toma peor de lo que ella lo hace… bueno. No tendría que tatuar a nadie nunca más.
— Sólo dígame cuánto le debo, grandísimo idiota —murmuró Justin.
— Voy a dejar su factura en el mostrador —dijo Griffin, entretenido con la réplica de Justin.
Miré alrededor de la habitación al cromo brillante y los carteles de las muestras de tatuajes en la pared, y luego de vuelta a mi estómago. Mi apellido nuevo relucía en gruesas letras negras elegantes. Justin me miraba con orgullo, y luego miró hacia abajo a su anillo de boda de titanio.
— Lo hicimos, babe —dijo en voz baja— Todavía no puedo creer que seas mi esposa.
— Créelo —dije, sonriendo.
Me ayudó a levantarme de la silla y favorecí mi lado derecho, consciente de que cada movimiento que hacía causaba que mi jeans rozara mi piel en carne viva. Justin sacó su billetera, firmó el recibo con rapidez antes de que me llevara de la mano al taxi que esperaba fuera.

Mi celular volvió a sonar, y cuando vi que se trataba de Carly, lo dejé sonar.
— Nos va a hacer sentir miserable por un largo tiempo, ¿cierto? —dijo Justin con el ceño fruncido.
— Hará puchero por veinticuatro horas, después de que vea las fotos, lo superará.
Justin me lanzó una sonrisa maliciosa. — ¿Estás segura de eso, Sra. Bieber?
— ¿Alguna vez vas a dejar de llamarme así? Lo has dicho cientos de veces desde que salimos de la capilla.
Él negó con la cabeza mientras sostenía la puerta del taxi abierta para mí.
— Voy a dejar de llamarte así hasta que esto termine siendo real.
— Oh, es real de acuerdo —dije, deslizándome a la mitad del asiento para dejarle espacio
— Tengo recuerdos de la noche de boda para probarlo.
Se apoyó en mí, corriendo su nariz por la piel sensible de mi cuello hasta que llegó a mi oído.
— Desde luego que sí.
— Ay... —dije cuando se presionó en contra de mi vendaje.
— Oh, maldita sea, lo siento, Pidge.
— Estás perdonado —sonreí. Rodamos hacia el aeropuerto de mano en mano, y me reí cuando vi a Jusitn mirar a su anillo de boda sin disculpas. Sus ojos tenían la expresión pacífica a la que me estaba acostumbrando.
— Cuando lleguemos al apartamento, creo que finalmente me daré cuenta, y voy a dejar de actuar como un idiota.
— ¿Me lo prometes? —sonreí.

Me besó la mano y la acunó en su regazo entre sus manos. — No.

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3 comentarios

  1. awwwww la amé lo juro me encantan tus novelas, las he leido todas en un mes, son increibles, sigue subiendo mas capitulos

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