- Chapter 123 -

By Unknown - 15:35


Los números en la pantalla fueron remplazados por un nombre cuando el teléfono empezó a sonar, y los ojos de Justin se ampliaron cuando leyó la pantalla. Con un borroso movimiento, él ya tenía el teléfono junto a su oreja.
— ¿Jey? —Una risa de sorpresa se escapó de sus labios, y una sonrisa estalló en su rostro mientras me miraba— ¡Es Jey! —Abrí la boca y apreté su brazo mientras él hablaba— ¿Dónde estás? ¿Qué quieres decir con que estás en lo de Morgan? Estaré allí en un segundo, ¡ni se te ocurra moverte!
Me lancé hacia adelante, mis pies luchando para mantenerse al paso de Justin mientras corría a través del campus, arrastrándome detrás de él. Cuando llegamos a lo de Morgan, mis pulmones gritaban por aire. Jey bajó corriendo las escaleras, chocando contra nosotros.
— ¡Jesús H. Cristo, hermano! ¡Pensé que estabas tostado! —dijo Jey, abrazándonos con tanta fuerza que no me dejaba respirar.
— ¡Idiota! —dijo Justin empujando a su hermano lejos— ¡Pensé que estabas malditamente muerto! He estado esperando por los bomberos para llevar tu cuerpo carbonizado desde Keaton!
Justin le frunció el ceño a Jey por un momento y luego lo empujó en un abrazo. Su brazo salió disparado, buscando a tientas hasta que encontró mi camisa, y entonces me empujó en un abrazo también. Tras unos momentos, Justin liberó a Jey, manteniéndome cerca, a su lado. Jey me miró con un gesto de disculpa.
— Lo siento, ____. ¡Me entró el pánico!
Yo sacudí la cabeza.
— Sólo estoy feliz de que estés bien.
— ¿Yo? Hubiera sido mejor estar muerto si Justin me hubiera visto salir de ese edificio sin ti. Traté de encontrarte después de que saliste corriendo, pero luego me perdí y tuve que encontrar otra manera. Caminé alrededor del edificio para encontrar esa ventana, pero me encontré con unos policías y me obligaron a salir. ¡Me he estado volviendo loco por aquí! —dijo él, pasándose una mano por el corto cabello. Justin amplió mis mejillas con sus pulgares, y entonces levantó su camiseta, usándola para sacar el hollín de su rostro.
— Salgamos de aquí. Los policías van a estar arrastrándose por aquí pronto.
Después de abrazar a su hermano una vez más, nos dirigimos al Honda de Carly. Justin miraba la hebilla del cinturón de seguridad y luego fruncía el ceño cuando tocía.
— Tal vez debería llevarte al hospital y conseguir que te chequeen.
— Estoy bien —dije, entrelazando mis dedos con los suyos. Miré hacia abajo, y vi un profundo corte a través de sus nudillos— ¿Es eso de la pelea o de la ventana?
— La ventana —respondió, frunciendo a mis uñas ensangrentadas.
— Salvaste mi vida, sabes —Sus cejas se juntaron.
— No me hubiera ido sin ti.
— Sabía que vendrías. —Sonreí, apretando sus dedos entre los míos.

Nos sujetamos las manos hasta que llegamos el departamento. No podría haber dicho de quién era la sangre mientras lavaba el color carmesí y las cenizas de mi piel en la bañera. Cayendo en la cama de Justin, pude aún oler el humo y la piel ardiente.
— Aquí –dijo él, alcanzándome un pequeño vaso con un líquido ámbar— Te ayudará a relajarte.
— No estoy cansada.
Mantuvo el vaso cerca para mí. Sus ojos lucían exhaustos, inyectados de sangre y pesados.
— Sólo trata de descansar un poco, Pidge.
— Estoy casi asustada de cerrar los ojos —dije, tomando el vaso y tragándome el líquido. Tomó el vaso de mis manos y lo puso sobre la mesita de noche, sentándose a mi lado. Nos sentamos en silencio, dejando que las horas pasaran nadando. Cerré los ojos con fuerza cuando los recuerdos de los gritos aterrorizados de las personas atrapadas en el sótano, llenaron mi mente. No estaba segura de cuánto tiempo me tomaría para olvidar, o si lo haría alguna vez. La mano cálida de Justin sobre mi rodilla me sacó de mi sueño consciente.
— Una gran cantidad de gente murió esta noche.
— Lo sé.
— No sabremos hasta mañana cuántos fueron. Jey y yo pasamos a un grupo de chicos en el camino. Me pregunto si ellos lo hicieron. Parecían muy asustados…
Sentí las lágrimas llenar mis ojos, pero antes de que tocaran mis mejillas. Los sólidos brazos de Justin me rodearon. Inmediatamente me sentí protegida, cálida contra su piel. Sintiéndome tan como en casa en los brazos que una vez me aterrorizaron, pero sólo en ese momento. Estaba tan agradecida de poder sentirme tan segura después de experimentar algo tan horroroso. Sólo había una razón para que yo me pudiera sentir de tal forma con una persona. Pertenecía a él. Fue ahí cuando lo supe. Sin ninguna duda en mi mente, sin preocupación de lo que otros podrían pensar, y no teniendo miedo de los errores o consecuencias, sonreí por las palabras que iba a decir.

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