¿Qué tenía que hacer? Salir de allí lo antes posible o sentarse con ellos. Por más que lo intentaba mis pies no se movían del suelo, estaba confundida y no quería ver el porqué, aunque mi cabeza me repitiera una y otra vez ‘Te estás enamorando’.

No sabía si lo que iba a hacer era lo correcto o no, pero algo dentro de mi me decía que era lo mejor que podía hacer. Huir de mis problemas estaba comenzando a ser algo común para mí… A sí que salí de allí con tan solo un ‘Tengo prisa, lo siento’, pero no podría seguir allí, no me sentiría cómoda.

Las calles de ese viejo barrio estaban abarrotadas, era un sábado un poco frio, pero eso no hacía que la gente no lo disfrutara. Comencé a caminar por aquellas calles sin ningún rumbo y sin prisa.

¿En qué momento decidí independizarme? Ahora mismo estaría en el jardín disfrutando del día con mis padres. Pero no, no había vuelta atrás. Tendría que acostumbrarme a esto.

Mis tripas rugieron, recordándome que no había almorzado. Entre en un pequeño bar, parecía acogedor. Me pedí un zumo junto a unas tostadas. Mire a mí alrededor, ¿Por qué todos parecían felices menos yo?

La mañana se me paso volando, compre algunas cosas para mi habitación, ropa y comida. Supongo que si iba a vivir con Justin tendríamos que compartir algunas cosas como la comida. Y ahí estaba enfrente del viejo portal, otra vez clavada en el suelo.

Desde las escaleras escuchaba gritos, y cuando más me acercaba al piso de Justin más fuertes eran. Pique al timbre y me abrió el pequeño Jackson.

-          Papa y mama se están peleando

Pequeñas lágrimas caían por las mejillas de ese pequeño. Lo cogí en brazos y camine hacia ellos. Pero por lo que pude oír, no notaron mi presencia.

-          ¿Cómo metes a una cualquiera en tu casa?
-          Tú no la conoces Lisa…
-          ¡Ni tu Justin! ¿Qué sabes de ella eh?
-          ¡A ti que te importa Lisa, es mi casa!
-          Me importa porque mi hijo está aquí y no quiero que este con una cualquiera – dijo nerviosa.
-          No me lo puedo creer… ¿Estas celosa?
-          ¡¿Celosa?! No me importas una **** Justin
-          Pues entonces no te metas en mi vida
-          Pero Justin es una niñata tu misma me lo has demostrado con todo lo que me has contado sobre ella, es una niña de papa. No me extraña que sus padres ya no la quieran en casa…

Sentí mis mejillas húmedas, mi pulso acelerarse y mi vista nublarse. El pequeño Jackson se escondió en mi hombro.  Y de golpe tenía sus miradas sobre mí.

-          Princesita yo…

Le pase a Jackson, cogí mis bolsas y me encerré en mi habitación. Apoye mi espalda en la pared y me deje caer hasta que llegue al suelo. Escondí mi cara entre las piernas y deje que mis lágrimas salieran. Escuche como la puerta se abría y alguien se sentó a mi lado. Pensé que seria Justin…

-          ¿Tú también te pones triste cuando los mayores se pelean? – adoro ha este pequeño. ¿Cómo puede ser tan tierno?
-          Bueno es que me he peleado con mis papas y estoy un poquito sensible
-          Mi papa dice  que nunca hay que dejar que una chica llore – se acerco a mí y con sus pequeñas manitas seco mis lagrimas.
-          Gracias pequeño – le di una de mis sonrisas más sinceras.
-          ¿Te gusta el helado?
-          Claro – me enseño una tarrina de helado de chocolate y dos cucharas.
-          ¿Quieres comer conmigo?

Cogí la cuchara que me ofrecía Jackson y nos pusimos a comer helado de chocolate como locos. Cuando nos terminamos el helado me estire en el suelo y cerré los ojos, Jackson se coloco a mi lado y me abrazo, me dio un beso en la mejilla.

-          Me caes bien - ¿Como podía ser este niño tan tierno?
-          Y tú a mi Jackson